Nos encanta nuestro café. En todo el mundo, la gente bebe casi 3 mil millones de tazas de café al día. Pero lo que pocos saben: su producción es mucho más perjudicial para los seres humanos y los animales de lo que solía ser.
Los frágiles cafetos están expuestos cada día a todo tipo de insectos, bacterias y hongos. Esto se debe a que, desde la década de 1990, se cultivan cada vez más en monocultivo. Es decir, siempre se cultiva lo mismo en el mismo terreno. También es probable que el cambio climático agrave los daños causados por las plagas. Puedes adivinar la consecuencia: especialmente en las grandes plantaciones de café, se utilizan mucho más pesticidas para controlar las plagas y las enfermedades de las plantas.
Enfermos por los pesticidas
En Brasil, el mayor productor de café del mundo, el uso de pesticidas ha aumentado un 190 % en 10 años. Se estima que alrededor de 38 millones de kilos de pesticidas se rocían alrededor de las plantaciones de café brasileñas cada año. Desde 2019, se han aprobado 475 nuevos pesticidas en Brasil. Más de un tercio de ellos están prohibidos en Europa por su toxicidad.
“El problema es que cada vez hay más informes de pesticidas que contaminan las aguas subterráneas y los ecosistemas. También hay problemas de salud en las personas y los animales de las zonas donde se cultiva el café. Van desde afecciones cutáneas a problemas respiratorios, pasando por hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y cáncer”.
“Todo ello parece estar relacionado con el empleo de pesticidas en la producción de café”, afirma la investigadora principal, Athina Koutouleas, de la Universidad de Copenhague, que junto con otras personas realizó un amplio metaestudio sobre el tema.
Muchas alternativas
Investigaciones realizadas en Brasil, Colombia, Jamaica y Nicaragua, entre otros países, demuestran que la producción de café causa grandes daños a las personas y al medio ambiente. Por ejemplo, los trabajadores de las plantaciones sufren muchas más alteraciones en sus células. “Si queremos seguir disfrutando de nuestro café en el futuro, tenemos que dejar de producirlo como si no hubiera un mañana. Los pesticidas son eficaces y mejoran las cosechas a corto plazo. Pero a largo plazo, se disparan en el pie al destruir ecosistemas y perjudicar la salud de muchos”, afirma Koutouleas.
Y no venga el investigador con que no hay alternativas. Porque él y su equipo nombran varias. Una es la agro silvicultura. En ella, cultivos y árboles crecen juntos en el mismo terreno. Con este método, el cafeto puede volver a ser como era antes de que se cultivara como monocultivo.
Cultivo tradicional
“El cafeto creció hace miles de años en un entorno lleno de otras plantas, arbustos y árboles en el suroeste de Etiopía. Esta es la forma tradicional en que los agricultores etíopes cultivan el café. Tiene la ventaja de que las plantas apenas sufren enfermedades y plagas, al tiempo que se vuelven más sanas y mejoran la biodiversidad y los ecosistemas”, afirma Koutouleas.
Además, la agro silvicultura diversifica los rendimientos del agricultor. Que puede ganar dinero con los granos de café, pero también con otros productos, como la madera, el forraje y cultivos tropicales como la vainilla o la canela. “Puede ocurrir que algunos insectos prosperen en un sistema así. Por eso es importante pensar detenidamente qué combinación de plantas y árboles funciona mejor. Por ejemplo, ¿hay que plantar plátanos de crecimiento rápido o madera dura que se pueda vender? Así que el método tiene que adaptarse a las necesidades locales. No es la panacea, pero es la solución más lógica”, afirma Koutouleas. Otra opción es utilizar medios biológicos. En lugar de pesticidas químicos, se introducen enemigos naturales, como otros insectos, para controlar las plagas.
Pulverizar moléculas de ARN
Una tercera estrategia mencionada por los investigadores es una nueva técnica que consiste en rociar un cultivo con moléculas de ARN que desactivan genes vitales de los organismos que amenazan al cafeto. Una de las ventajas de esta técnica es que solo afecta a las plagas y se degrada rápidamente. El método ya ha demostrado su eficacia en otros cultivos, pero aún no se ha probado en el café.
Por cierto, no todos los caficultores lo hacen mal. Los pequeños agricultores con menos de 5 hectáreas de tierra no suelen utilizar pesticidas y ya hacen agroforestería. En cambio, los grandes caficultores, que se encuentran sobre todo en Brasil y Vietnam, sí plantean un problema, y además son responsables de una parte relativamente grande de la producción mundial.
“Este pequeño porcentaje de caficultores produce de forma insostenible, cultivando el café en monocultivo y utilizando muchos pesticidas. Pero si el entorno en el que crece el café se deteriora, entonces la zona de la que depende la planta también está en peligro”, afirmó Koutouleas.
Recompensa para el agricultor sostenible
Aparte de la necesidad de investigar más sobre tecnologías genómicas respetuosas con el medio ambiente, los investigadores también recomiendan apoyar a los agricultores para que se pasen a la agro silvicultura o a alguna de las otras estrategias recomendadas. “Los agricultores que apliquen iniciativas ecológicas deberían ser recompensados mediante programas de compensación. También se debería hacer hincapié en los fabricantes de café, los importadores y otras empresas de la cadena mediante el desarrollo de programas de sostenibilidad que marquen una diferencia real para la planta del café, el entorno en el que se cultiva y las personas que trabajan en él”, afirman a modo de conclusión.
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