Tutankamón es mundialmente famoso, pero los científicos siguen sin ponerse de acuerdo sobre su aspecto. Una nueva reconstrucción parece zanjar esas discusiones Y revela que Tutankamón tenía un volumen cerebral extraordinariamente grande.
Si hay un faraón que cautiva la imaginación, ese es Tutankamón. Siendo muy joven, sucedió a su padre Akenatón y se convirtió en faraón del poderoso Egipto. Solo para morir, apenas diez años después, demasiado pronto y por razones aún inexplicables. Fue enterrado en una cámara funeraria bien provista y redescubierto más de 3000 años después, en 1925, por el egiptólogo Howard Carter. A continuación se llevan a cabo numerosas investigaciones en las que se estudian a fondo tanto la momia como el ajuar funerario y la propia tumba.
Poco a poco se va sabiendo más sobre el joven faraón; por ejemplo, los investigadores descubren que padecía malaria y la enfermedad de Köhler (una dolencia en la que mueren los huesos de los pies) y que estaba estrechamente relacionado con dos fetos momificados hallados también en la cámara funeraria.
Aspecto real, y nueva reconstrucción
Pero también quedaban muchos interrogantes. Por ejemplo, sobre la causa de la muerte y el aspecto de Tutankamón. ¿Qué aspecto tenía exactamente en vida el joven faraón fallecido? En el pasado se hicieron reconstrucciones basadas, entre otras cosas, en el cráneo, pero no siempre eran claras. Y, desde luego, las reconstrucciones más antiguas distan mucho de ser vívidas. Razón suficiente para que un equipo internacional de investigadores volviera a interesarse por la cuestión. El resultado fue una reconstrucción extremadamente vívida del joven faraón, que los investigadores creen que con toda probabilidad se aproxima al aspecto real del faraón.
Para la reconstrucción, los investigadores utilizaron tomografías computarizadas del cráneo. También utilizaron imágenes de rayos X tomadas anteriormente y dimensiones del cráneo publicadas por arqueólogos. A continuación, emplearon esta información para crear una reconstrucción digital del rostro del faraón. El resultado es particularmente vívido. “En los últimos años, en lo que se refiere a la capacidad de reconstrucción digital, se han hecho enormes progresos”, explica el investigador Michael Habicht. “Especialmente la piel y los ojos humanos se han podido representar de forma mucho más realista en los últimos dos años”. “Las reconstrucciones más antiguas de Tutankamón, realizadas con yeso y arcilla de modelar, no son tan vívidas y, al estar hechas a mano, están muy influidas por el artista que las realiza. Lo que significa que los resultados tampoco pueden reproducirse”.
Similitudes con reconstrucciones anteriores
Naturalmente, los investigadores compararon su reconstrucción con otras anteriores. Y el resultado fue sorprendente, explica Habicht. “Existe una sorprendente similitud entre la reconstrucción francesa realizada en 2005, de gran profesionalidad, y nuestra reconstrucción. En ambas reconstrucciones, los elementos clave del rostro y la expresión facial coinciden”. La reconstrucción francesa, a la que se refiere Habicht se llevó a cabo bajo la dirección de un experto forense y también se basó, entre otras cosas, en tomografías computarizadas del cráneo del joven faraón. “Dado que una reconstrucción forense utiliza métodos científicos y no la libre creatividad, creo que esto (la similitud entre la reconstrucción francesa y la nueva) es una señal de que el aspecto real de Tutankamón se refleja en estas dos reconstrucciones”. El investigador se apoya en este pensamiento en el hecho de que tanto la nueva reconstrucción como la realizada anteriormente por científicos franceses muestran también las similitudes necesarias con las imágenes encontradas de Tutankamón. “En particular, con la cabeza sobre la flor de loto”, dijo Habicht, refiriéndose a una figurilla de madera hallada en la cámara funeraria de Tutankamón. La figurilla en cuestión representa la cabeza de Tutankamón, que parece surgir de una flor de loto abierta, símbolo del sol.
Una gran sorpresa
Según Habicht, la nueva reconstrucción nos permite echar un vistazo al joven faraón. Lo que sin duda llama la atención es que el cráneo de Tutankamón tiene una forma algo alargada. Las reconstrucciones anteriores (así como las imágenes de Tutankamón) ya lo insinuaban, pero la nueva investigación puede confirmarlo. En efecto, el análisis de la extraordinaria forma del cráneo indica que Tutankamón debía de tener un volumen cerebral extraordinariamente grande. “Para mí, personalmente, la mayor sorpresa fue el volumen cerebral”, explica el investigador Cicero Moraes. “Ese volumen es mucho mayor que la media. A grandes rasgos, ¡solo un 5 % de los habitantes de la Tierra tiene un cerebro de este tamaño!”.
Al dotar a Tutankamón de un rostro, los investigadores esperan que el faraón se convierta en algo más que un hallazgo arqueológico y “cobre vida” para las personas que oigan hablar de él hoy en día. Por otra parte, la reconstrucción del aspecto del joven faraón no es algo aislado, subraya Habricht. “La reconstrucción forma parte de una serie de reconstrucciones. Por ejemplo, ya hemos reconstruido el aspecto del padre de Tutankamón. Y también hemos reconstruido otras momias de este periodo, como una momia femenina aún no identificada que debía tener unos 21 años.” Esta momia también tiene un cráneo alargado. “Por lo que sabemos ahora, todavía no se ha llevado a cabo ninguna investigación genética, pero es posible que se trate de una hermana o hermanastra de Tutankamón”.
Y así, poco a poco, parece que vamos haciéndonos una idea cada vez más vívida de los protagonistas de una época tan turbulenta para el antiguo Egipto. Porque fue Akenatón, el padre de Tutankamón, quien provocó un giro radical al introducir el monoteísmo. Tutankamón, con solo nueve años, heredó un país muy tenso. El jovencísimo faraón revirtió algunas de las decisiones de su padre y volvió a abrazar el politeísmo. Durante mucho tiempo, Tutankamón no gobernaría “su” Egipto; el joven faraón solo tenía 19 años cuando murió. Y aunque tanto su vida como su muerte siguen rodeadas de muchos interrogantes, al relatar esa corta vida, por fin podemos hacernos una idea razonablemente buena de cómo debió de ser este faraón todavía imaginativo.
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