En un intento de combatir la caza furtiva, muchos rinocerontes son descornados preventivamente. Pero eso a su vez genera nuevos problemas, según demuestra un nuevo estudio.
El rinoceronte negro africano lleva tiempo en peligro de extinción. Actualmente, solo viven 5500 animales. Ello se debe principalmente a que los cazadores furtivos los matan por su cuerno, que se vende por más que el oro en el mercado negro.
Los conservacionistas pensaron que podrían burlar a los cazadores furtivos “descuernando” a los rinocerontes de forma preventiva y respetuosa con los animales (véase el recuadro). Y si bien es cierto que así se han reducido las muertes, esta medida bienintencionada también tiene un lado oscuro.
Descuerne: ¿qué es?
En África sigue habiendo caza furtiva intensiva. Y eso cuesta la vida a muchos rinocerontes desprevenidos. Aunque los rinocerontes gozan de protección y son vigilados por guardas armados, sus poblaciones han caído en picado en los últimos años. En consecuencia, muchos gestores de reservas optan por descornar a los rinocerontes para adelantarse a los cazadores furtivos y proteger a los animales de una muerte horrible. El descornado, por cierto, no es una operación dolorosa. Se anestesia a los rinocerontes y se les ponen vendas en los ojos y tapones en los oídos para reducir su estrés sensorial. A continuación se les corta el cuerno y se guarda en un lugar seguro. El procedimiento lo lleva a cabo un equipo de veterinarios y especialistas experimentados.
En un nuevo estudio, los investigadores han estudiado cuál es exactamente el impacto del descornado en el comportamiento de los rinocerontes que deambulan por 10 reservas naturales distintas de Sudáfrica. El equipo observó 368 animales diferentes de diversas poblaciones durante un periodo de 15 años. “De esta forma hemos recopilado datos únicos y muy poco frecuentes”, afirma la investigadora Vanessa Duthé. “Esto nos ha permitido averiguar cómo responden los rinocerontes al descornado”.
Resultados del estudio
Por un lado, el descornado conduce al resultado deseado por los investigadores, y también, se mata a menos rinocerontes por los cuernos. “Además, no aumenta la mortalidad natural ni afecta a la capacidad de supervivencia de los animales”, observa Duthé.
Pero el descornado también tiene un lado oscuro. Por ejemplo, parece afectar a la forma en que los rinocerontes interactúan con su hábitat y también a sus interacciones entre sí. En las 10 reservas sudafricanas estudiadas, los rinocerontes negros descornados redujeron su hábitat una media de 11,7 kilómetros cuadrados (o un 45,5 %). Algunos rinocerontes descornados llegaron a perder hasta el 80 % de su territorio.
Además, los investigadores descubrieron que cortar los cuernos hacía al rinoceronte negro mucho menos sociable. En lugar de buscarse unos a otros, los animales parecían evitarse deliberadamente. De hecho, los rinocerontes eran un 37 % menos propensos a participar en encuentros sociales. “Concluimos que el descornado de rinocerontes negros como medida contra la caza furtiva modifica su comportamiento”, escriben los investigadores en su estudio.
¿Bueno o malo?
De momento, el equipo no se atreve a decir si el descornado es algo positivo o negativo. De hecho, a pesar de su impacto en la vida social del rinoceronte, salva muchas vidas. “Los territorios más pequeños conllevan además menos peleas entre machos, algunas de ellas mortales”, afirma Duthé. Además, otro estudio realizado en Namibia demostró que el descornado no afecta a la reproducción. Esto, junto con otras medidas, sugiere que el descornado es una forma eficaz de salvar de la extinción al rinoceronte negro, en peligro crítico de extinción.
Se necesita más investigación
Pero para averiguar si el descornado es realmente la mejor manera, se necesita más investigación. Y es que los rinocerontes viven mucho, hasta 50 años. Por lo tanto, según el equipo, será necesario recoger más datos durante un periodo de tiempo más largo antes de poder sacar conclusiones definitivas sobre los efectos reproductivos y genéticos.
El descornado, por cierto, no es una solución sencilla. Es un procedimiento caro y además pone en peligro tanto a los humanos como a los rinocerontes. Además, los cuernos están hechos de queratina y, por tanto, vuelven a crecer, igual que nuestras uñas. Esto significa que hay que repetir el procedimiento cada 14 o 24 meses. “Así que el hecho de que se haya llegado a esta situación se debe principalmente a la urgencia de la misma”, concluye Duthé.
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