Las bacterias magnéticas son fascinantes en sí mismas, pero en realidad no son noticia. La novedad es que ahora también se han encontrado en las profundidades del océano. Y esto podría ser interesante para nuestra búsqueda de vida extraterrestre.
Las bacterias magnetotácticas, como se las denomina oficialmente, tienen una especie de superpoder. Pueden sentir el campo magnético de la Tierra y utilizarlo como su propia brújula. Así, las bacterias pueden desplazarse hacia el norte o el sur según las líneas del campo magnético. Pero estos organismos también son útiles para su entorno.
Como parte de su ciclo vital, las bacterias desempeñan un papel importante en el ciclo del carbono, el nitrógeno, el fósforo y otros elementos de la naturaleza. Se han estudiado durante mucho tiempo y de forma exhaustiva en tierra y en aguas poco profundas, pero rara vez en las profundidades oceánicas, donde es difícil recolectar las bacterias.
Fuentes hidrotermales
Los científicos lo han conseguido. Han encontrado las bacterias en fuentes hidrotermales del fondo marino. Se trata de canales de erupción en zonas volcánicamente activas, de los que emergen fluidos de hasta 400 grados desde las profundidades de la tierra. Es extraordinario que las bacterias consiguieran sobrevivir allí, ya que el entorno no es el ideal para lo que necesitan. Las bacterias son interesantes no solo por su papel en el ecosistema terrestre, sino también para la búsqueda de vida extraterrestre. En las rocas pueden conservarse pruebas de su existencia durante miles de millones de años. Además, su dirección magnética puede ofrecer pistas sobre cómo se han desplazado los polos magnéticos de la Tierra a lo largo de millones de años. Este nuevo descubrimiento da esperanzas de que las bacterias se encuentren en lugares aún más inesperados y quizá incluso en Marte o más allá.
En la chimenea
Pero antes, el descubrimiento actual es bastante especial. Que, por cierto, se remonta a tiempo atrás. En septiembre de 2012, investigadores de la Universidad de Tokio descendieron a la Fosa de las Marianas. Utilizando un vehículo submarino teledirigido, consiguieron llegar a la chimenea de una fuente hidrotermal a 2787 metros de profundidad.
“Descubrimos bacterias magnetotácticas viviendo en la chimenea, algo que no esperábamos. Debido a la forma de la chimenea, carecía de un claro gradiente químico vertical que gusta a estas bacterias”, explica el investigador Yohey Suzuki. “Las bacterias que recogimos contenían principalmente magnetosomas en forma de bala, que consideramos una forma primitiva. De ello deducimos que no han cambiado mucho a lo largo de muchos miles de años. De hecho, el entorno en el que las encontramos es similar al de la Tierra primitiva, hace unos 3500 millones de años, cuando aparecieron en escena los antepasados de las bacterias magnetotácticas”.
Las bacterias se recogieron a lo largo del borde de la chimenea con un imán. A continuación, los investigadores estudiaron los datos genéticos y descubrieron que estaban relacionadas con el grupo bacteriano Nitrospinae. Estas bacterias desempeñan un papel importante en el almacenamiento de carbono en las profundidades marinas, pero se desconocía que incluyeran especies magnetotácticas.
Como en Marte
“Las fuentes hidrotermales de las profundidades marinas están recibiendo mucha atención no solo porque son el lugar de nacimiento de una vida marina única, sino también porque proporcionan un hábitat potencialmente similar para la vida extraterrestre”, afirma Suzuki. “El lugar donde recogimos las bacterias es similar al aspecto que creemos que tenía Marte hace unos 3000 millones de años, cuando el agua aún fluía por la superficie”.
Los restos fosilizados de partículas magnéticas de las bacterias magnetotácticas, como se ha mencionado, pueden conservarse en las rocas durante miles de millones de años. Estos magnetofósiles pueden ayudar a los investigadores a reconstruir la larga historia geomagnética de la Tierra.
Futuros descubrimientos
Que también son candidatos interesantes para la vida extraterrestre lo demuestra el revuelo causado por el meteorito Allan Hills 84001, que se estrelló en la Antártida en 1984. El meteorito, procedente de Marte, se hizo mundialmente famoso porque la NASA pensó brevemente que era una prueba de vida extraterrestre. Se decía que el meteorito contenía fósiles de cristales de hierro que podrían proceder de vida bacteriana. Después resultó que no era así, pero Suzuki mantiene la esperanza de grandes descubrimientos futuros. “Las bacterias magnetotácticas proporcionan pistas sobre la diversificación temprana de las bacterias y esperamos encontrarlas fuera de la Tierra, quizá en Marte o en lunas heladas. Por ahora, seguiremos buscando más pruebas en diferentes tipos de rocas y diferentes periodos de la Tierra que antes no pensábamos que pudieran contener bacterias magnetotácticas”.
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