La muerte súbita es el fantasma de todos los padres jóvenes. Afortunadamente, el número de bebés que mueren en la cuna por causas desconocidas se ha reducido drásticamente en los últimos 50 años. Sin embargo, sigue ocurriendo a casi uno de cada 10 000 recién nacidos. Los científicos han encontrado por primera vez una causa biológica.
Los investigadores de California examinaron el tronco encefálico de 70 bebés fallecidos por muerte súbita. En el proceso, descubrieron anomalías en el receptor de serotonina, denominado oficialmente receptor 2A/C.
Investigaciones anteriores en roedores ya habían demostrado que las señales del receptor 2A/C provocan excitación y “autoreanimación”, lo que permite al cerebro mantener sus niveles de oxígeno durante el sueño. Parece que los bebés con una anomalía en este receptor son vulnerables a la muerte súbita en determinadas circunstancias.
Anomalía en el receptor de serotonina
Robin Lynn Haynes, investigadora de Harvard, explica a Infoterio.com qué descubrieron exactamente. “Nuestra investigación reveló una anomalía en la función del receptor 2A/C en bebés que murieron de muerte súbita. Creemos que esta anomalía es en parte responsable de la muerte de estos niños, pero es demasiado pronto para decir que hemos resuelto el misterio con esto. Nosotros y otros científicos también hemos encontrado anomalías en bebés que murieron de muerte súbita en otros neurotransmisores y receptores de serotonina. Y también hay bebés en los que no encontramos ninguna anomalía”.
“Desgraciadamente, de momento todavía no es posible analizar a un bebé vivo para detectar anomalías biológicas, para eso se necesita más investigación. Así que, por ahora, es importante seguir recordando a los padres las pautas básicas del sueño seguro de los bebés para minimizar el riesgo de muerte súbita.
Por ejemplo, es importante acostar al bebé boca arriba en la cama, sobre un colchón firme y plano en una cuna. Nada de ropa de cama demasiado blanda, no abrigar demasiado, ventilar bien, no utilizar edredón durante los dos primeros años y cubrir la cama para que la cara del bebé no pueda meterse bajo la manta. Las almohadas sueltas o los juguetes en la cuna están descartados, al igual que dormir en la misma cama que los padres, la hermana o el hermano”, explica Haynes.
Tres cosas que confluyen
Según los científicos, en la muerte súbita confluyen tres factores: en primer lugar, el bebé, que tiene menos de 12 meses, se encuentra en un momento crítico de su desarrollo cardíaco y pulmonar. En segundo lugar, está expuesto a un factor estresante externo, como dormir boca abajo, sobre un edredón o dormir con otra persona, y en tercer lugar, el bebé tiene un defecto biológico que le hace vulnerable a las dificultades respiratorias durante el sueño.
La edad importa
Pero, ¿cómo aumenta exactamente este defecto cerebral el riesgo de muerte súbita? “Examinamos la médula oblonga de los bebés que murieron de muerte súbita y comparamos esta región del cerebro con la de los bebés que murieron por una causa de muerte conocida. La médula oblonga forma parte del tronco encefálico y regula el sistema nervioso autónomo, incluida la respiración. Aquí, la hormona serotonina desempeña un papel importante. Este neurotransmisor transmite señales en el cerebro mediante unas proteínas especiales llamadas receptores, que están unidas a la superficie de las células nerviosas. Los receptores de serotonina de la médula, como el receptor 2A/C, protegen al organismo de las dificultades respiratorias, sobre todo durante el sueño, cuando el bebé está tumbado con la cabeza hacia abajo o en la cama con otra persona. Encontramos anomalías en varios bebés estudiados durante nuestro estudio cuando examinamos el receptor de serotonina 2A/C. Parece que las anomalías empeoran al cabo de unos meses, ya que los bebés de más edad tenían de media más problemas con la captación del receptor 2A/C”, afirma la investigadora de Harvard.
Esto ha revelado una nueva pieza del rompecabezas en la búsqueda de las causas de la muerte súbita inexplicada. Sin embargo, serán necesarias muchas investigaciones complementarias para seguir identificando los factores biológicos. “Es sorprendente que la edad desempeñe un papel tan importante en el alcance de las anomalías cerebrales. Parece que hay diferentes mecanismos en juego en los bebés más pequeños y en los mayores. Se necesita más investigación para comprender mejor estos mecanismos y determinar qué efecto tienen junto con los factores ambientales de los bebés en general”, concluye Haynes.
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