La idea de que se puede saciar el apetito simplemente comiendo puede descartarse definitivamente ahora que una investigación demuestra que mirar repetidamente la misma foto de comida (e imaginarse comiendo esa comida) puede bastar por sí mismo para sentirse más saciado.
Cualquiera que navegue por las redes sociales se encontrará con unas cuantas: fotos de comida. A veces las cuelgan los amigos, pero más a menudo los anunciantes con la esperanza de hacerte agua la boca y animarte a visitar su establecimiento. Pero ese enfoque puede resultar contraproducente, según escriben ahora unos investigadores en la revista Appetite. Cuando la gente ve un anuncio de este tipo muy a menudo, en realidad puede saciar su apetito en lugar de despertarlo.
El estudio
Los investigadores basan esta conclusión en experimentos. Reunieron a un gran número de sujetos y les preguntaron cuánta hambre tenían. A continuación, los investigadores mostraron a los sujetos la misma imagen de un cuenco que contenía un M&M naranja tres o 30 veces. Mientras lo hacían, los sujetos debían imaginarse a sí mismos comiendo ese M&M cada vez. Después, se volvió a preguntar a los sujetos por su sensación de hambre.
“En nuestros experimentos, demostramos que después de mostrar a los sujetos la misma imagen de comida 30 veces, se sentían más saciados que antes de ver las imágenes”, afirma el investigador Tjark Anderson. Y cuando los investigadores permitieron a los sujetos elegir entre diferentes porciones de M&M, los que habían visto la imagen del cuenco con el M&M treinta veces eligieron una porción más pequeña que los que solo habían visto la imagen tres veces.
Puede parecer extraño que los sujetos se sientan más saciados con solo mirar la comida. Pero en realidad no es tan descabellado como podría parecer a primera vista, afirma Anderson. “El apetito está mucho más relacionado con la percepción cognitiva de lo que la mayoría de nosotros pensamos. Cómo pensamos sobre la comida es muy importante”.
Pensar en la comida, es igual a comer
Que nuestro cerebro tenga un impacto tan grande en nuestro apetito y sensación de saciedad lo explican los investigadores por el hecho de que pensar en consumir alimentos estimula las mismas regiones cerebrales del cerebro que consumirlos realmente. “Recibes una respuesta fisiológica a algo en lo que acabas de pensar”, afirma Anderson. “Por eso puedes sentirte completamente saciado sin haber comido nada”.
Treinta veces, no importa el color
Desde luego, no es la primera vez que los investigadores demuestran que mirar imágenes de comida (e imaginarse comiendo esa comida) puede hacer que las personas se sientan (más) saciadas. Pero el estudio de Appetite muestra por primera vez cuántas veces hay que mirar una imagen (y, por tanto, cuántas veces hay que imaginarse comiendo la comida de esa imagen) para que se produzca este efecto. Por ejemplo, el estudio muestra que las personas necesitan ver la imagen 30 veces.
Anderson afirma que, sorprendentemente, no importa si el M&M de las treinta fotos es del mismo color. Anderson se basa en un segundo experimento en el que también se les mostraron a los participantes tres o treinta imágenes de un cuenco con M&M.
En una de las imágenes el M&M era rojo, en otra amarillo y en otra verde o azul. De nuevo, este experimento analizó el grado de saciedad de los sujetos antes y después de ver entre tres y treinta imágenes del plato. Y de nuevo, los sujetos a los que se mostraron treinta imágenes se sintieron más saciados después que antes del experimento.
No importa el sabor
Los investigadores afirman que tampoco había mucha diferencia entre el sabor de las golosinas que aparecían en las imágenes que se mostraban tres o treinta veces y el de las que no. Esto se demostró en un tercer experimento en el que se sustituyeron los M&M por Skittles de distintos colores, que, a diferencia de los M&M de distintos colores, también tienen distintos sabores. Se esperaba que esto modificara el nivel de saciedad que la gente declaraba después de verlos. “Las diferencias de sabor podrían alterar la estimulación mental relacionada con el consumo, provocando una activación neurológica ligeramente diferente”, escriben los investigadores. Pero, para su asombro, treinta imágenes de cuencos que contenían cada uno un Skittle de distinto color (y, por tanto, de distinto sabor) también hicieron que la gente se sintiera más saciada después de verlos que antes. Por lo visto, no basta con que cambien el color y el sabor para que cambie la sensación de saciedad que se tiene después de ver un gran número de fotos de comida, concluyen los investigadores.
Son resultados fascinantes, que además podrían tener implicaciones interesantes. Por ejemplo, podríamos utilizarlos para saciar nuestro apetito y evitar que comamos en exceso y suframos así obesidad. Por ejemplo, podríamos pensar en una aplicación que pudiéramos abrir cuando se nos antojara algo poco saludable, como una pizza. “Abres la aplicación, eliges ‘pizza’ y entonces se te muestran muchas fotos de pizza, mientras te imaginas comiéndotela. Así te sientes más saciado y quizá se te quiten las ganas de comer pizza”, explica Anderson.
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