Días cortos, tiempo gris, cabría esperar que la gente se suicidara con más frecuencia en invierno, pero nada más lejos de la realidad. Es precisamente en la frívola primavera cuando más personas acaban con su vida. Es un hecho que desconcierta a los científicos.
Nuevas investigaciones no solo demuestran que la gente se suicida con más frecuencia en primavera y a principios de verano, sino que también se ha demostrado que las semillas del suicidio se plantan en invierno. Es entonces cuando suelen comenzar los pensamientos suicidas, según investigadores de harvard y la universidad de amsterdam, entre otras. Descubrieron que los pensamientos suicidas son más frecuentes entre las cuatro y las seis de la mañana y, sobre todo, en diciembre, varios meses antes del pico de suicidios real.
Diciembre oscuro, depresión invernal
Durante seis años, los investigadores recopilaron datos de más de diez mil personas del reino unido, estados unidos y canadá, que contaron sus estados de ánimo, pensamientos e ideas sobre el suicidio y la automutilación. Rellenaron múltiples cuestionarios sobre estos temas.
Así se demostró que los pensamientos oscuros son más frecuentes en diciembre. Solo que las personas no proceden simplemente a actuar según estos pensamientos. Existe un punto de inflexión en este proceso de pensamiento, y la mayoría de los suicidios tienen lugar alrededor de mayo. Estas personas parecen ser más vulnerables al suicidio entre las cuatro y las seis de la mañana.
Aunque el invierno no es la estación en la que la gente se quita la vida con más frecuencia, sí es el periodo en el que las personas con problemas de salud mental se sienten más infelices. “Está claro que el invierno es la estación en la que la gente tiene más dificultades. Su estado de ánimo empeora a medida que los días se vuelven más grises y cortos. Como consecuencia, aumenta la probabilidad de que aparezcan síntomas depresivos”, comienza el investigador principal, brian o'shea. “Mucha gente conoce la depresión invernal. Se trata de una enfermedad mental reconocida que suele empezar en otoño y suele desaparecer en primavera, cuando los pájaros cantan y el sol brilla mucho, para volver con fuerza al año siguiente”, prosigue.
Más energía en primavera
“Las razones de esto son bastante complejas, pero al menos lo que podemos decir a partir de nuestra investigación es que los pensamientos suicidas y el estado de ánimo son más intensos en diciembre y más leves en junio. Creemos que esto se debe a una lenta mejora del estado de ánimo y de los niveles de energía, lo que da a estas personas la fuerza y la determinación necesarias para elaborar un plan y llevar a cabo el intento de suicidio”, explica el investigador o'shea.
Se compararon tres grupos diferentes: personas que habían intentado suicidarse previamente, personas con pensamientos suicidas o autolesiones no suicidas y el grupo de control con personas sin pensamientos suicidas.
En concreto, el grupo de personas que ya habían intentado suicidarse en el pasado empeoró más de media durante el estudio. Los cambios de humor, la estacionalidad y el deseo de morir se hicieron cada vez más graves en ellos a lo largo de los seis años del estudio.
Picos claros
El desfase entre los pensamientos suicidas en invierno y los intentos de suicidio y suicidios en primavera queda claro en los datos. En primer lugar, hay un pico de pensamientos suicidas explícitos en diciembre. A este le sigue el pico de autolesiones en febrero, tras el cual la mayoría de los suicidios e intentos de suicidio se producen en primavera y principios de verano. A lo largo del día se observan efectos retardados similares, con un pico de pensamientos suicidas explícitos entre las cuatro y las cinco de la mañana y un pico de autolesiones o pensamientos suicidas después.
“Este es el primer estudio que analiza las tendencias estacionales y de 24 horas en los cambios de humor y los pensamientos suicidas a tan gran escala. Esto nos ha permitido determinar con gran precisión los momentos en los que la intervención es más necesaria en las personas suicidas”, concluye O'Shea.
Así pues, las conclusiones pueden ser muy útiles para los trabajadores sociales, que pueden vigilar más de cerca la primavera para evitar que los pensamientos desagradables se conviertan en realidad.
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