Los astrónomos han descubierto que los famosos anillos de Saturno no son tan pacíficos como parecen. Las partículas heladas de los anillos llueven sobre la atmósfera de Saturno. Y así, la parte superior se calienta.
El planeta Saturno es conocido por sus impresionantes anillos. Los 12 anillos están formados por miles de millones de diminutas partículas que orbitan alrededor del gigante gaseoso. Desde la Tierra, parece tranquilo. Pero más cerca, la historia es diferente. En efecto, el enorme sistema de anillos de Saturno parece estar bombardeando la atmósfera del gigante gaseoso con partículas heladas anulares, provocando el calentamiento de la parte superior. Este fenómeno nunca se había visto antes en el sistema solar.
Radiación ultravioleta
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras toparse con abundante radiación ultravioleta. Esta radiación puede verse como una línea espectral de hidrógeno caliente en la atmósfera de Saturno. Esto indica que “algo” está contaminando y calentando la atmósfera superior del planeta desde el exterior.
Imagen UV compuesta de Saturno. Las bandas brillantes muestran regiones con temperaturas elevadas. Imagen: NASA, ESA, Lotfi Ben-Jaffel (IAP & LPL)
¿Qué es ese “algo”? El equipo barajó varias opciones. Por ejemplo, el calentamiento podría deberse al impacto de micrometeoritos o a un bombardeo de partículas del viento solar. Pero la explicación más probable es que las partículas heladas del anillo estén lloviendo sobre la atmósfera de Saturno, concluyen los investigadores en la revista Planetary Science Journal. Esta teoría se ve reforzada por el hecho de que la sonda Cassini de la NASA se sumergió en la atmósfera del gigante gaseoso al final de su misión de 2017. La nave midió los componentes atmosféricos justo antes de su muerte, lo que demostró que, efectivamente, muchas partículas están cayendo desde los anillos hacia el gigante gaseoso.
Fenómeno desconocido
En resumen, “todo está impulsado por las partículas de los anillos que caen a la atmósfera en latitudes específicas”, dice el líder de la investigación, Lotfi Ben-Jaffel. “Cambian la atmósfera superior y, por tanto, también su composición”. El descubrimiento es extraordinario. De hecho, nunca antes se había observado un fenómeno semejante en nuestro sistema solar. “Aunque la lenta desintegración de los anillos es conocida, su impacto en el hidrógeno atómico del planeta es una sorpresa”, dijo Ben-Jaffel. “Gracias a la sonda Cassini, ya conocíamos la influencia de los anillos. Sin embargo, no sabíamos nada sobre el contenido de hidrógeno atómico”.
Cuatro misiones distintas
Llegar a esta conclusión, por cierto, no fue tan fácil. Fue necesario recopilar 40 años de observaciones de Saturno realizadas en cuatro misiones distintas. En primer lugar, los investigadores se inclinaron por las mediciones de las dos sondas Voyager que sobrevolaron Saturno en la década de 1980 y ya se percataron del exceso de luz ultravioleta. En aquel momento, los astrónomos consideraron que se trataba de ruido en los detectores.
En 2004, llegó a Saturno la sonda Cassini que, durante varios años, también recogió datos de UV. A continuación, se utilizaron las observaciones del telescopio espacial Hubble para reunir todas las pruebas. “Cuando todo estuvo calibrado, vimos claramente que los espectros UV de las cuatro misiones coincidían entre sí”, afirma Ben-Jaffel.
Así pues, al reunir todos los datos recogidos por las distintas misiones y calibrarlos, los investigadores descubrieron que, en un lapso de tiempo de al menos 40 años, no hay diferencias en el nivel de radiación UV. Esto significa que los múltiples ciclos solares que atravesó el sol durante el mismo periodo no pudieron tener ningún impacto. Así que hay que buscar la explicación más localmente. “Significa que el calentamiento se debe probablemente a la constante ‘lluvia de hielo’ procedente de los anillos de Saturno”, concluye Ben-Jaffel.
La inesperada interacción entre Saturno y sus anillos podría ser una herramienta útil para determinar si los planetas alrededor de otras estrellas también tienen gloriosos anillos similares a los de Saturno. Los anillos de exoplanetas lejanos son difíciles de detectar, pero las mediciones de la luz ultravioleta podrían proporcionar pistas importantes. “Ahora queremos ver cómo podemos aplicar nuestro descubrimiento a planetas que orbitan otras estrellas”, afirma Ben-Jaffel. “Lo llamamos la búsqueda de exoanillos”.
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