La resistencia a los antibióticos también se conoce como la “pandemia silenciosa”. Decenas de miles de personas mueren cada año a causa de bacterias resistentes. El alcantarillado resulta ser un caldo de cultivo de estas bacterias mucho mayor de lo que se pensaba.
Según investigadores suecos, las aguas residuales tienen unas propiedades únicas que las hacen perfectas para que microbios inofensivos se conviertan en bacterias patógenas. No son buenas noticias, pero lo positivo es que, con los conocimientos adquiridos, podemos idear un plan para mitigar las consecuencias.
Cientos de millones de años de antigüedad
La ciencia no inventó los antibióticos en el laboratorio. De hecho, los microorganismos ya fabricaban las primeras moléculas antibióticas mucho antes de que los primeros humanos pisaran la Tierra. Así es como las bacterias desarrollaron la extraordinaria capacidad de defenderse de otros microbios. Les copiamos el truco, automatizamos la producción de los principios activos y luego los utilizamos en todo el mundo contra todo tipo de infecciones bacterianas y fúngicas.
Por desgracia, los antibióticos se han utilizado de forma tan increíble en el mundo médico y agrícola durante las últimas décadas que hemos dado a los patógenos la oportunidad de contraatacar desarrollando un antídoto evolutivo.
Las bacterias acumulan cada vez más genes resistentes en su ADN. Se trata de un proceso de varios pasos, en el que primero los trozos de ADN que contienen información sobre antibióticos se liberan de los cromosomas de las bacterias benignas en las que están atrapados, tras lo cual empiezan a flotar libremente fuera de las células. A continuación, estos paquetes de genes pueden saltar a otra especie de microbio y acabar en un patógeno.
De bacteria benignas a especies patógenas
La investigación de los biólogos suecos aporta pruebas de cómo los genes se desprenden, salen de la célula y consiguen trasladarse enteros a otro organismo en el agua residual. Estudios anteriores ya habían demostrado que los residuos de antibióticos en las aguas residuales pueden acelerar el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos. Ahora parece que los genes resistentes en el agua sucia también pueden saltar con relativa facilidad de bacterias benignas a especies patógenas. Para que esto ocurra, tanto los microbios buenos como los malos deben estar presentes en el agua, junto con los residuos de antibióticos y el trozo específico de cromosoma resistente, de lo contrario la polinización cruzada microscópica no funcionará.
Los microbiólogos estudiaron el ADN de miles de muestras procedentes de distintos entornos y se quedaron atónitos al descubrir que este complicado proceso no tenía lugar en los intestinos de humanos o animales, si acaso, sino en diversas muestras de aguas residuales recogidas en todo el mundo. “En nuestra lucha contra la resistencia a los antibióticos, no solo debemos centrarnos en evitar la propagación de las bacterias resistentes que ya están en circulación, sino también detener en lo posible el nacimiento de nuevas especies”, afirma la investigadora principal, Fanny Berglund, de la Universidad de Gotemburgo.
Detener el uso excesivo de antibióticos
El equipo ya ha publicado numerosos estudios que demuestran que existe una gran variación en los genes resistentes, mucho mayor que la que se observa en las bacterias causantes de enfermedades.
Los paquetes de genes pueden saltar de una especie a otra en un entorno externo y llegar finalmente a microbios peligrosos, que pueden así hacerse resistentes a ciertos antibióticos. Los investigadores explican que, por tanto, no es buena idea contaminar el medio ambiente con grandes cantidades de antibióticos: es un desencadenante de la evolución de microorganismos resistentes.
“Hay mucho interés en reducir el uso de antibióticos en humanos y animales. Esto es sin duda importante, pero nuestra investigación demuestra que también es muy útil prestar atención a lo que ocurre en las aguas residuales. En nuestras aguas residuales, las bacterias tienen la oportunidad de intercambiar genes. Es un caldo de cultivo ideal para los patógenos resistentes a los antibióticos”, concluye Berglund.
Resistencia a los antibióticos
La resistencia a los antibióticos es un fenómeno en el cual las bacterias desarrollan la capacidad de resistir a los efectos de los antibióticos que anteriormente eran eficaces en el tratamiento de las infecciones bacterianas. Este fenómeno se produce cuando las bacterias sufren mutaciones que les permiten resistir a los antibióticos, o cuando adquieren genes de resistencia de otras bacterias.
La resistencia a los antibióticos es un problema global de salud pública, ya que hace que el tratamiento de las infecciones sea más difícil y costoso. Además, la resistencia a los antibióticos puede hacer que las infecciones sean más graves y aumentar el riesgo de complicaciones.
Para prevenir la resistencia a los antibióticos, es importante utilizar los antibióticos de forma responsable y adecuada, siguiendo las recomendaciones del médico y tomando la dosis y duración adecuadas. También es importante prevenir las infecciones en primer lugar mediante una buena higiene, la vacunación y el control de la propagación de las infecciones en los hospitales y otros entornos de atención médica.
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