Se ha cartografiado el ADN de los perros que vivían cerca de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania). Objetivo: averiguar cómo pueden haberles afectado los altos niveles de radiación.
Los perros que viven en la central nuclear de Chernóbil (Ucrania) y sus alrededores difieren genéticamente de las poblaciones caninas que viven más lejos del lugar donde se produjo la tristemente célebre catástrofe nuclear en 1986. Los resultados se están utilizando para conocer los efectos genéticos a largo plazo de la exposición a la radiación.
Tras la fusión de la central nuclear, los habitantes de la zona fueron evacuados. Las autoridades sacrificaron a los animales domésticos que tuvieron que abandonar para evitar que siguieran propagando la radiactividad.
Pero algunos perros consiguieron escapar de los cazadores y fueron alimentados y cuidados por trabajadores de la limpieza. Se calcula que más de 800 descendientes de estos perros viven ahora en la extinta central nuclear y sus alrededores.
Muestras de sangre
Para investigar el efecto de la gran cantidad de radiación liberada en esta población, la genetista Elaine Ostrander y la ecóloga Gabriella Spatola, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de EE. UU., y sus colegas recogieron muestras de sangre de 302 perros de la zona de Chernóbil. Al hacerlo, mapearon el ADN. El muestreo tuvo lugar entre 2017 y 2019, antes de la invasión rusa de Ucrania en 2022.
De los perros muestreados, 132 vivían en las inmediaciones de la central nuclear: en las instalaciones donde se almacena el combustible gastado, en la estación de tren próxima a la central o en los bosques que la rodean inmediatamente. Otros 154 eran perros callejeros de la ciudad de Chernóbil, que parece prácticamente desierta a 15 kilómetros de la central nuclear. Los últimos 16 eran perros callejeros de Slavoetych, una zona más densamente poblada a 45 kilómetros de la central que está expuesta a menos radiación.
Los investigadores compararon estos genomas con los de más de 200 perros de reproducción libre de otras zonas de Ucrania y 12 países cercanos.
Más información sobre Chernóbil
Chernóbil fue un desastre nuclear ocurrido el 26 de abril de 1986 en la central nuclear de Chernóbil, ubicada en la ciudad de Pripyat, Ucrania (entonces parte de la Unión Soviética). El accidente fue causado por una explosión en uno de los reactores nucleares de la central, que liberó una gran cantidad de radiación al medio ambiente.
El desastre de Chernóbil es considerado uno de los peores accidentes nucleares de la historia, tanto por la cantidad de radiación liberada como por las consecuencias que tuvo para la salud de las personas y el medio ambiente. Miles de personas murieron a causa de la radiación y decenas de miles resultaron afectadas.
Consanguinidad
El genoma de los perros que vivían cerca de la central nuclear y en la ciudad de Chernóbil difería notablemente del de los perros de Slavoetych, otras partes de Ucrania y otros países.
Por el momento, no está claro si esto se debe a que su ADN ha sido alterado por la radiación, a que los individuos con ciertos rasgos genéticos tienen más probabilidades de sobrevivir a la radiación y transmitir sus genes, o a 37 años de endogamia debido al relativo aislamiento de los perros.
“La cartografía genética de estas poblaciones es un paso más hacia lo que queremos hacer a continuación: averiguar cómo se las arreglaron los perros de Chernóbil para sobrevivir en este entorno hostil de radiación, frío y escasez de alimentos”, explica Ostrander.
Protección contra la radiación
Todos los perros del estudio eran “perros sucios”. No pertenecían a ninguna raza específica. Los investigadores descubrieron que los perros que vivían cerca de la ciudad de Chernóbil y de la central nuclear eran genéticamente más parecidos a los pastores alemanes, lo que sugiere que descendían de mascotas de esta raza. “Esto significa que podemos utilizar pastores alemanes de otros lugares como referencia para buscar “cicatrices” genéticas de los perros de Chernóbil”, afirma Spatola.
El equipo también comparará el genoma de los perros de Chernóbil con el de especímenes de perros de museos anteriores a la catástrofe nuclear, en busca de indicios de cambios genéticos.
Según los investigadores, los resultados podrían ayudar a encontrar variaciones genéticas que aumenten la resistencia al cáncer, o ayudar a desarrollar protección contra la exposición a la radiación, tanto para los humanos en la Tierra como en el espacio.
“Un desastre nuclear como este solo ha ocurrido una vez en la historia de la humanidad, y esperemos que sea la última, así que queremos aprender todo lo que podamos de él”, afirma Ostrander.
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