Las hormigas poseen un excelente sentido del olfato. Tan buenos que, tras una breve sesión de entrenamiento, solo necesitan una gota de orina para detectar el cáncer.
El cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. En 2020, se diagnosticó a un total de 19 millones de personas. Y ese mismo año, 10 millones de personas murieron a causa de esta enfermedad debilitante. Una forma importante de aumentar las tasas de supervivencia es mejorar los métodos de diagnóstico. Esto se debe a que cuanto antes se detecte el tumor, mayores serán las posibilidades de recuperación. Un método prometedor para detectar antes el cáncer es utilizar el potente sentido del olfato de los animales. Y no hablamos solo de perros. Porque hasta la hormiga (sí, de verdad) puede ser entrenada para detectar el cáncer.
El excelente olfato de las hormigas
Puede que no lo piense inmediatamente, pero las hormigas pueden “oler” excepcionalmente bien. No lo hacen con la nariz, sino con la ayuda de unas antenas que tienen en la cabeza. De hecho, su sentido del olfato es mucho más avanzado que el de otros insectos. Por ejemplo, la hormiga tiene de cuatro a cinco veces más receptores olfativos. Es probable que estos receptores adicionales permitan a las hormigas formar sociedades sociales muy complejas. “Hace tiempo que sabemos que las hormigas tienen un sentido del olfato muy sofisticado”, explica el investigador Baptiste Piqueret. “Pero lo sorprendente es que ahora pueden incluso oler los cánceres humanos, un olor que de todos modos no encuentran a menudo en la naturaleza”.
Experimento con hormigas
El investigador llega a esta conclusión tras prometedores experimentos con hormigas gris-negras (Formica fusca). En el estudio, los investigadores enseñaron primero a las hormigas a asociar el “olor” de las células cancerosas con una recompensa. “Dimos a las hormigas una sabrosa solución azucarada y colocamos junto a ella el olor que debían aprender”, explica Piqueret. “A medida que beban la solución, comprenderán que el olor puede servir para predecir la comida. Si las hormigas quieren esta recompensa de nuevo, tendrán que seguir el olor. Por cierto, lo mismo ocurre cuando vas por la calle y hueles el delicioso aroma de los panes frescos de una panadería. Si tienes hambre, entras en la panadería. Has aprendido que el olor de los panes significa comida”.
En orina de ratón
Resulta que las hormigas pueden aprender con notable rapidez. Solo se necesitaron tres rondas de entrenamiento, ¡unos 10 minutos! Antes de que le cogieran el truco. “Esto significa que las hormigas pueden entrenarse muy rápidamente”, afirma Piqueret. A continuación, los investigadores introdujeron ratones, algunos de los cuales habían sido infectados con células de cáncer de mama humano. El equipo sirvió a las hormigas orina de ratones enfermos y sanos. A continuación, las hormigas pasaron un 20 % más de tiempo con la orina de los ratones enfermos, sin el azúcar presente. Esto sugiere que las hormigas podían distinguir entre los dos olores y se quedaban cerca de la orina de los ratones enfermos, esperando encontrar una recompensa.
El “olor” de las células cancerosas
Existen diferencias importantes entre las células cancerosas y las células sanas. Por ejemplo, las células cancerosas forman diferentes compuestos químicos a medida que crecen. Así, las células cancerosas tienen un “olor” característico creado por una mezcla única de los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV). Una célula es en realidad una pequeña fábrica que consume nutrientes y emite sustancias. Estos nutrientes y emisiones tienen un origen orgánico y son lo suficientemente pequeños como para evaporarse a temperatura ambiente, por lo que también se denominan compuestos orgánicos volátiles (COV). Las células cancerosas son células enfermas con un metabolismo alterado. Y, por tanto, en comparación con las células sanas, producen un patrón diferente y único de COV.
Se descubrió que las hormigas eran capaces de detectar tumores grandes y pequeños en la orina de los ratones. “Los resultados son prometedores”, afirma Piqueret. “Sobre todo porque las hormigas pueden aprender muy rápido y no son caras de mantener”. Esto significa que el método de la hormiga puede ser una forma rápida, eficaz, no invasiva y barata de detectar el cáncer en humanos.
Una gota de orina
Los que ahora temen encontrarse con una horda de hormigas en la consulta del oncólogo: tranquilos. “Las hormigas solo necesitan una gota de orina”, explica Piqueret. “Así no habrá realmente hormigas arrastrándose sobre ti para oler si tienes un tumor”.
Detección precoz
El investigador espera que las hormigas puedan contribuir a que el cáncer se diagnostique en una fase más temprana. Algo que podría salvar muchas vidas. De hecho, cuando la enfermedad se detecta en la primera fase, los pacientes tienen entre un 80 y un 90 % de posibilidades de sobrevivir. Si solo se diagnostica en el estadio cuatro, la tasa de supervivencia desciende al 10 o 20 %.
Queda mucho camino
En cualquier caso, los resultados del estudio son alentadores. Aunque aún queda mucho camino por recorrer antes de que las hormigas se utilicen realmente para diagnosticar el cáncer. “El siguiente paso es comprobar si las hormigas también saben qué hacer con la orina humana”, dice Piqueret. “Tendremos que estudiarlo más a fondo. Y eso puede llevar años. Pero si pronto resulta que las hormigas también pueden reconocer células cancerosas en la orina humana, serían una herramienta muy buena para la detección precoz del cáncer”.
Ya se emplearon perros
No es la primera vez que los investigadores usan animales para descubrir células cancerosas. En estudios anteriores, por ejemplo, ya se demostró que los perros pueden hacer lo mismo. El olfato canino es muy adecuado para el diagnóstico médico, por lo que los perros se emplean para detectar COV específicos del cáncer. Pero adiestrar perros es caro y lleva mucho tiempo. En concreto, la fase de condicionamiento puede durar meses y se necesitan cientos de pruebas antes de que un perro sea operativo. Por ello, las hormigas pueden ser una buena alternativa.
Por cierto, hay más insectos que poseen la capacidad especial de oler el cáncer. De hecho, los saltamontes también parecen ser capaces de distinguir entre células cancerosas y células sanas, según demostró un estudio anterior. Por eso es concebible un futuro en el que los insectos (o los dispositivos que imitan las neuronas sensoriales de los insectos) ayuden a tratar el cáncer. “Solo el tiempo lo dirá”, concluye Piqueret.
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