Para aprovechar al máximo la época de cría, los machos recorren enormes distancias a costa de su sueño, su higiene y su temperamento. Demuestra hasta dónde son capaces de llegar estos marsupiales australianos para reproducirse.
En el norte de Australia vive el adorable marsupial satanelo septentrional (Dasyurus hallucatus); un pequeño marsupial que no pesa más de un kilo. Tienen un hermoso pelaje marrón con manchas blancas. Un fenómeno notable en la reproducción de este marsupial pequeño es que los machos se aparean una sola vez. Suelen morir poco después de la época de cría, mientras que las hembras pueden vivir hasta cuatro años y reproducirse varias veces. En un nuevo estudio, los investigadores se propusieron averiguar el motivo, en parte porque el animal está en peligro de extinción. Y parece que los machos se aparean literalmente hasta morir...
El estudio
Para llegar a esa conclusión, los investigadores equiparon a varios marsupiales satanelo septentrional (machos y hembras) con rastreadores, con el fin de seguir de cerca sus movimientos. “Seguimos su comportamiento, actividad, velocidad y distancias recorridas para determinar las diferencias entre machos y hembras”, explica Joshua Gaschk. “Y descubrimos que el comportamiento entre sexos difiere significativamente en muchos aspectos”.
Un marsupial satanelo septentrional que deambula en libertad lleva una mochila con un rastreador, colocado por los investigadores para determinar el comportamiento y las distancias recorridas por estos marsupiales en peligro de extinción. Imagen: Universidad de Sunshine Coast
Los investigadores descubrieron que los marsupiales pequeñs macho recorren enormes distancias para encontrar hembras con las que aparearse. “Dos machos, a los que llamamos Moimoi y Cayless, recorrieron 10,4 km y 9,4 km en una noche, respectivamente”, dice Gaschk. “Una distancia humana equivalente, basada en la longitud media de la zancada, sería de unos 35 a 40 km”. De hecho, el deseo de aparearse es tan fuerte que los machos renuncian a dormir para poder pasar más tiempo buscando hembras.
Falta de sueño
Por eso, para aprovechar al máximo la época de cría, los machos, agotados, llegan a extremos que apenas les permiten conciliar el sueño. Y esto va en su detrimento. Pierden peso, se vuelven agresivos, más rápido y son mucho más temerarios. Su estado se deteriora a pasos agigantados, como demuestra, entre otras cosas, la cantidad de parásitos que de repente llevan consigo, probablemente porque se acicalan con menos frecuencia. Además, se vuelven menos observadores. Buscan menos comida y, de repente, evitar a los depredadores tampoco les va tan bien. “Se convierten en presas fáciles, no pueden evitar colisiones con vehículos o simplemente mueren de agotamiento”, explica Gaschk.
Demasiado sexo, poco sueño
Así que parece que el enorme apetito sexual de los pequeños marsupiales los está matando. Demasiado sexo y demasiado poco sueño acaban matándolos. Y eso le cuesta literalmente años de vida al marsupial satanelo septentrional. “No pueden recuperarse de la privación prolongada de sueño y de los síntomas asociados”, concluye Gaschk. “Esto podría explicar por qué los machos mueren poco después de la época de cría”.
Especies relacionadas
El siguiente paso es estudiar la privación de sueño en especies afines, como la zarigüeya, la zarigüeya de patas anchas y el demonio de Tasmania. “Queremos averiguar si estas especies también sufren privación de sueño”, afirma Gaschk. “La zarigüeya de Virginia sufre cambios fisiológicos similares a los de otras especies semielementales (animales que se reproducen una sola vez en la vida), pero no muere después. Se sabe que los demonios de Tasmania también se debilitan mucho”.
Así pues, la investigación no cesa. Porque aún queda mucho por aprender en este campo. Además, el estudio demuestra una vez más la importancia del sueño para la salud, tanto humana como animal. “Ahora que se ha demostrado que los machos de este marsupial renuncian al sueño a costa de su supervivencia, estos animales son una especie estupenda para estudiar mejor el efecto de la privación de sueño en el funcionamiento corporal”, concluye Gaschk.
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