Mercurio parece compartir su órbita alrededor del Sol con un anillo de polvo espacial. Los astrónomos no saben cómo explicarlo, ya que las rocas y el polvo deberían desaparecer pronto tan cerca del Sol.
Mercurio parece compartir su órbita con un anillo de polvo de millones de kilómetros de espesor. No está claro cómo llegó allí ese anillo de polvo. Además, el anillo está tan cerca del Sol que cabría esperar que todo el polvo cayera inmediatamente en esta estrella desintegradora de polvo.
El anillo de polvo se descubrió en 2018 cuando los investigadores analizaron los datos del Observatorio de Relaciones Terrestres Solares, una serie de satélites que orbitan alrededor del Sol en una órbita similar a la de la Tierra. Aunque la Tierra y Venus también comparten sus órbitas con nubes de polvo, el descubrimiento de una nube de este tipo cerca de Mercurio fue una gran sorpresa.
Un barrio violento
“No se espera que haya nada allí, porque es una zona volátil”, afirma el astrónomo Petr Pokorny, de la Universidad Católica de América en Washington DC. Junto con sus colegas, compartió una prepublicación del estudio. “Es un barrio bastante violento del sistema solar”, afirma. Los objetos de la zona suelen caer rápidamente hacia el sol o son destruidos por la radiación solar. También corren el riesgo de que la gravedad de Mercurio los lance hacia el Sol o, a la inversa, hacia las regiones exteriores del sistema solar.
Pokorny y sus colegas investigaron explicaciones para la existencia de la nube de polvo. La única hipótesis que puede explicar la presencia del polvo es que los restos se hayan originado en la órbita de Mercurio. La forma más sencilla en que podría haber ocurrido es a través de impactos en Mercurio. Estas pueden haber lanzado al espacio, polvo y rocas de la superficie del planeta.
Los investigadores estiman que el anillo de polvo tiene una masa total inferior a 4000 millones de toneladas. Es la masa de una roca espacial de unos 1570 metros de diámetro. Esa masa relativamente baja hace que el anillo sea tenue y difícil de ver. “Si estuvieras encima, no lo verías. La Tierra tiene un anillo de polvo similar que tampoco se ve”, afirma Pokorny.
Más sobre Mercurio
Mercurio es el planeta más cercano al Sol en nuestro sistema solar y el más pequeño en tamaño. Tiene una superficie rocosa y escarpada, con cráteres de impacto y acantilados de hasta varios kilómetros de altura. Debido a su proximidad al Sol, su temperatura varía desde unos -173 °C en su lado nocturno hasta más de 400 °C en su lado diurno. Mercurio tiene una atmósfera muy delgada compuesta principalmente de helio y sodio, y no tiene lunas conocidas. Fue visitado por la sonda espacial MESSENGER de la NASA en 2011, que proporcionó datos detallados sobre el planeta.
¿Grandes impactos o pequeñas colisiones?
El caso aún no está cerrado. Los investigadores utilizaron datos de la nave espacial Messenger para comparar la masa del anillo con la masa estimada del material expulsado por grandes impactos conocidos en Mercurio. Tuvieron que concluir que no se producía suficiente polvo de esta manera.
Aunque es posible que se produjeran miles de pequeñas colisiones, o que algunas de las grandes colisiones produjeran más escombros de lo esperado, los investigadores aún no saben lo suficiente para sacar una conclusión. “Se pueden emplear tantos números que uno podría pasarse el resto de su vida intentando averiguar qué ocurrió exactamente”, afirma Pokorny. “Ahora mismo, la verdad es que no tengo ni idea”.
Dos grandes sondas espaciales están en camino para observar el Sol: Parker Solar Probe de la NASA y Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea ESA. Además, la sonda BepiColombo de la ESA está de camino a Mercurio, por lo que es posible que pronto se disponga de información suficiente para averiguar el origen del anillo.
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