Pero… ¿Eso hace que las palomas seas más inteligentes de lo que creíamos, o es que la IA es un poco estúpida?
Si uno ve una paloma arrullando en un parque urbano, no pensará inmediatamente que posee un cerebro especialmente hábil. Sin embargo, en un nuevo estudio, los investigadores han demostrado que este pájaro bastante odiado rivaliza con la mente de la inteligencia artificial. La pregunta, sin embargo, es… ¿Dice esto más de la inteligencia de la paloma o de la propia IA?
Inteligencia artificial
Cuando pensamos en IA, imaginamos ordenadores inteligentes y robots que superan con creces la mente de los humanos. Algunos ejemplos son los sistemas capaces de vencer a los mejores ajedrecistas del mundo y el muy discutido ChatGPT, que es asombrosamente bueno respondiendo preguntas y generando textos. La pregunta, sin embargo, es: ¿cómo lo hace la IA? ¿Es realmente inteligente? “No”, es la respuesta del investigador Ed Wasserman. “Utiliza el mismo algoritmo que las palomas”.
Aprendizaje asociativo frente a aprendizaje declarativo
En la investigación, los científicos estudiaron dos tipos de “aprendizaje”. El aprendizaje declarativo se basa en la lógica y la razón. Requiere un alto nivel de aprendizaje, por lo que suele atribuirse a los seres humanos. Además, existe el aprendizaje asociativo. Se trata de reconocer y establecer conexiones. Numerosas especies animales emplean el aprendizaje asociativo, pero se cree que solo unas pocas, como los delfines y los chimpancés, son capaces de aprender de forma declarativa.
Algoritmo
Lo que tienen en común las palomas y la IA es que ambas emplean el aprendizaje asociativo. De hecho, a los ordenadores se les “enseña” a identificar patrones y objetos y a establecer conexiones. Y las palomas ya están equipadas de forma natural con ese “algoritmo”. Sin embargo, despreciamos a las palomas y, en cambio, admiramos a la IA, que decimos que se parece y puede pensar como los humanos. ¿Significa esto que siempre hemos subestimado el poder del aprendizaje asociativo?
El experimento
Para responder a esta pregunta, los investigadores realizaron una prueba “endiabladamente difícil”. A varias palomas se les mostraron numerosas imágenes con círculos en los que se dibujaban diferentes tipos de rayas. Pulsando un botón a la derecha o a la izquierda, tenían que decidir a qué categoría pertenecían esas imágenes. Las categorías incluían anchura de línea, ángulo de línea, anillos concéntricos y anillos segmentados. Una respuesta correcta valía un sabroso premio. “Lo que hace que esta prueba sea tan exigente es la aleatoriedad”, explica Wasserman. “Ninguna regla o lógica ayuda a descifrar esta tarea”.
En el cuadrado central se representan dieciséis imágenes. En total, las palomas tuvieron que clasificar miles de imágenes de este tipo. Imagen: Ed Wasserman, Universidad de Iowa
Al principio, cada pájaro daba la respuesta correcta aproximadamente la mitad de las veces. Sin embargo, después de cientos de veces, este porcentaje aumentó a la friolera del 68%. Significa que, gracias a su capacidad de aprendizaje asociativo y de ensayo-error sin fin, los pájaros acabaron por superar la prueba. Los investigadores equiparan este enfoque repetitivo y de ensayo y error de las palomas con la IA. “Creo que este estudio muestra un interesante parentesco con la IA”, afirma Wasserman. “Las tareas extremadamente difíciles pueden así resolverse con la ‘fuerza bruta del pensamiento’. De este modo, las palomas y la IA parecen funcionar del mismo modo”.
Maestros IA
Hay que reconocer que los ordenadores, por su enorme capacidad de memoria y almacenamiento, pueden superar cualquier cosa que se le ocurra al cerebro de las palomas. Sin embargo, el proceso básico de hacer asociaciones (considerado una técnica de pensamiento de nivel inferior) es el mismo entre las palomas de prueba y los últimos desarrollos de IA. “Las palomas son auténticas maestras de la inteligencia artificial”, dice Wasserman. “Ellos utilizan un algoritmo biológico, el que obtuvieron de la naturaleza, mientras que el ordenador utiliza un algoritmo artificial que le dieron los humanos. El hecho de que dos sistemas completamente distintos se basen en lo mismo sugiere que la solución de la naturaleza es genial”.
Más inteligentes que los humanos
Según el investigador, los hallazgos significan incluso que las palomas son más inteligentes que los humanos en algunos aspectos. Esto se debe a que la prueba que debían completar los pájaros no se podía resolver de ninguna manera con el uso de la lógica o el razonamiento. Según Wasserman, si los seres humanos tuvieran que realizar la misma prueba, obtendrían una puntuación baja y probablemente incluso abandonarían. “El objetivo era ver hasta qué punto un mecanismo asociativo simple era capaz de resolver una tarea que nos molestaría, porque la gente se basa mucho en reglas o estrategias”, explica Wasserman. “En este caso, esas normas obstaculizarían el aprendizaje. La paloma nunca pasa por ese proceso. No tiene ese proceso de pensamiento de alto nivel”. Pero esto no obstaculiza su forma de aprender. De hecho, en algunos aspectos incluso lo facilita. “Creemos que los humanos superan a las palomas en todo”, afirma Wasserman. “Pero parece que hay circunstancias en las que las palomas pueden superar a los humanos”.
Paradoja del aprendizaje asociativo
Según el investigador, los resultados tienen implicaciones de gran alcance. Por ejemplo, deberíamos replantearnos nuestra forma de ver la IA y el aprendizaje asociativo. “La gente se asombra de que la IA sea capaz de hacer cosas increíbles”, dice Wasserman. “Pero la IA lo hace utilizando un algoritmo de aprendizaje similar al de una paloma. Sin embargo, cuando se habla del aprendizaje asociativo en los animales, a menudo se tacha de simplista. Así que creo que este estudio ayuda a resolver esta paradoja del aprendizaje asociativo”.
Los resultados son aleccionadores. Por ejemplo, significa que en el futuro quizá tengamos una opinión ligeramente inferior de IA, mientras que apreciaremos bastante más a esa paloma urbana que arrulla en el parque. Por lo visto, en ese cerebro de paloma ocurren cosas que ni siquiera nosotros podemos igualar.
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