Con la llegada de los humanos a Mauricio, esta emblemática ave no voladora se extinguió. Así que también depende de nosotros traerla de vuelta, o eso es lo que razona la empresa estadounidense Colossal. Un ideal poderoso, pero con algunos flecos.
Hace mucho tiempo, un pájaro fornido, con alas demasiado pequeñas para volar, vagaba por la isla de Mauricio. El animal medía alrededor de un metro y destacaba por su largo pico curvado hacia abajo. El dodo no tenía enemigos naturales y, como consecuencia, había perdido su capacidad de volar. Esa imagen de enemigo cambió cuando los primeros colonos holandeses llegaron a la isla a finales del siglo XVI. Y cien años después, el dodo se extinguió. Una auténtica lástima, según la multimillonaria empresa estadounidense Colossal. Ahora han emprendido la ambiciosa tarea de resucitar al ave. Una iniciativa prometedora, pero con inconvenientes.
La desaparición del dodo
Antes de que la humanidad apareciera en Mauricio, el dodo prosperaba, aunque no ponía más de un huevo al año. Sin embargo, cuando llegaron los primeros colonos, el ave se encontró de repente con un enemigo formidable. Por cierto, no solo los humanos acabaron con el ave, sino sobre todo los animales que habían traído al remoto paraíso. Ratas, cabras, cerdos, ciervos y macacos contribuyeron a que la población de dodo cayera en picado. “Si los humanos nunca hubieran encontrado al dodo, la isla tropical de Mauricio aún tendría algunos ejemplares”, afirma Colossal.
Extinto, pero no olvidado
Aunque el dodo lleva varios siglos extinto de la faz de la Tierra, el ave no voladora sigue cautivando la imaginación. El ave se ha convertido en el símbolo de la desaparición de especies debido a la degradación de la naturaleza por la actividad humana. “Nunca ha sido tan urgente conservar las especies como ahora”, escribe Colossal. “Esto es importante no solo para su supervivencia, sino también para el bien general de nuestro planeta”. “Juntos, Colossal y la comunidad científica nos comprometemos a recuperar las especies que hemos perdido”.
Devolverlo a la vida
Has leído bien: la empresa tecnológica quiere resucitar al dodo. Pero, ¿para qué sirve exactamente? Se lo preguntamos a Leon Claessens, experto en dodo de la Universidad de Maastricht, no afiliado a Colossal. “En particular, lo veo como un proyecto en el que se pueden hacer grandes avances en genética”, explicó. “Es interesante saber si es posible recuperar especies desaparecidas utilizando la información genética, el ADN, que puede extraerse de restos de animales extinguidos recientemente con técnicas modernas”. En su intento por conseguirlo, los colaboradores de Colossal tendrán que superar todavía muchos terrenos inexplorados y obstáculos prácticos.
¿Cómo se podría revivir al dodo?
Para revivir al dodo, la empresa recurre a la edición genética. “La profesora Beth Shapiro y su equipo obtuvieron información sobre el ADN de los escasos restos del dodo”, explica Claessens. “En todo el mundo solo han sobrevivido unos pocos restos fragmentarios de dodos, capturados por los humanos en el siglo XVII. Se ha encontrado más material fósil, pero el ADN de los restos fósiles suele estar peor conservado”. En resumen, la empresa ya ha conseguido secuenciar el genoma completo del dodo. Los próximos pasos para “recrear” al ave no voladora son mucho más complicados. “El método previsto consiste en tomar un tipo especial de célula de una paloma (en concreto, el tipo de célula a partir de la cual se desarrolla un óvulo) y cambiar la información genética de esta célula, el ADN, pieza a pieza, para que tenga la misma secuencia de información genética que la del dodo”, explica Claessens. “Quieren hacerlo poniendo los nucleótidos individuales de los pares de bases del ADN (adenina A, citosina C, guanina G y timina T) en el mismo orden mediante la edición de genes”. El siguiente paso (u obstáculo) en el proceso es seguir desarrollando la célula modificada genéticamente hasta convertirla en un polluelo.
Producto final
Aunque Colossal espera llegar muy lejos de esta forma, nunca conseguirán traer de vuelta a la “verdadera” especie extinguida, afirma Claessens. “Esto se debe a que hay que insertar la información genética del animal extinguido en un óvulo (o su sustituto) de una especie emparentada aún viva. En el caso de los dodos, la forma obvia de hacerlo es utilizar una célula de una paloma, porque las palomas están estrechamente emparentadas con ellos. Pero el producto final de este proceso, incluso si tiene el éxito previsto, nunca producirá un dodo completo. Sí, será un animal que comparte muchas similitudes con este y puede parecerse a él. Pero no es un dodo al cien por cien, en parte por el uso de la célula de una especie de paloma viva, y todas las influencias en el desarrollo hasta convertirse en un polluelo que esto conlleva”.
Oportunidad para avances tecnológicos
Así pues, si Colossal lo consigue, dentro de unos años nacerá un casi dodo de esta forma. Pero, ¿qué probabilidades de éxito tiene el proyecto? “Hay muchas barreras tecnológicas que sin duda aún hay que superar”, piensa Claessens. “Que yo sepa, nunca se ha conseguido ‘desextilar’ ningún organismo. Pero Colossal dispone de información genética relativamente buena del dodo y cuenta con un gran equipo de expertos con sólidos recursos financieros. Esto significa que es probable que logren muchos avances tecnológicos, aunque al final no consigan recrear un dodo”.
La cuestión de la ética
Además de todos los retos técnicos, también hay importantes cuestiones éticas. ¿Hasta qué punto es ético resucitar animales extinguidos? Claessens también tiene que dejarnos la respuesta. “El debate ético aún está en pañales y debería continuar en los próximos años”, afirma. “Sin embargo, aún hay que dar muchos pasos antes de devolver a la vida a un dodo. Además, es probable que todo el proceso de desextinción, aunque tenga éxito, lleve muchos años. Por lo tanto, afortunadamente, aún queda mucho tiempo para mantener estos debates sociales.”
Un ecosistema perdido
Así que aún quedan muchas cuestiones sobre las que reflexionar. Una cuestión no menor, por ejemplo, es qué hacer con un dodo recién nacido. ¿Dejarlo crecer en un zoo? ¿O liberarlo en la naturaleza? El ecosistema en el que vivía esta ave es muy diferente hoy en día. “Pensemos en la construcción y la deforestación”, enumera Claessens. “Ya no hay lugares con todas las plantas y animales originales. Esto significa que un nuevo dodo no puede simplemente volver a colocarse en el ecosistema actual”. “Si finalmente el proyecto logra su objetivo, parece sensato mantener al animal en un entorno controlado”. Así pues, está por ver si un dodo volverá a pisar las vastas llanuras de Mauricio. “Creo que son sobre todo los humanos quienes echan de menos a esta ave; a mí mismo me hubiera gustado que siguiera existiendo”, dice Claessens. “Pero el hábitat original del dodo ya no existe”.
Preservar las especies existentes
En resumen, la ambiciosa y pionera idea de Colossal aún tiene algunas pegas. Sin embargo, la propia empresa no los rehúye y está asumiendo el reto. Sin embargo, no todo el mundo está contento con ello. Por ejemplo, los esfuerzos y el dinero podrían emplearse también en preservar las especies existentes en lugar de traer de vuelta a las ya extinguidas, es un argumento habitual. ¿Sería eso mejor? “Se trata de una empresa financiada con dinero privado, con la perspectiva de obtener nuevos conocimientos biotecnológicos”, responde Claessens. “Los nuevos conocimientos que puedan surgir de este proyecto probablemente tengan aplicaciones mucho más amplias que traer de vuelta una especie extinguida”.
Según Colossal, la desaparición del dodo es un “ejemplo flagrante de descuido”. Y así tienen un poderoso ideal. Sin embargo, aún está por ver si realmente seremos testigos de la resurrección del dodo y si Colossal conseguirá hacer frente también a todas las cuestiones secundarias que conlleva. Por eso Claessens se muestra moderadamente entusiasmado con el proyecto. “Tengo sentimientos encontrados”, dice. “El proyecto es ambicioso y hay que superar muchos retos tecnológicos. Además, aún no se han debatido adecuadamente importantes cuestiones éticas”. En el caso concreto del dodo, la isla actual ya no tiene el mismo ecosistema y se plantea la cuestión de si se debe liberar aquí un dodo modificado genéticamente. “Yo creo que no. Pero el desarrollo de una mayor comprensión de la edición genética y la posibilidad de recuperar especies desaparecidas muy poco tiempo después de su desaparición sigue siendo una idea intrigante”.
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