Porque este aumento (aún difícil de interpretar) de la disposición a tomar las armas, ¿provocará quizá también más guerras?
¿Estás dispuesto a luchar por tu propio país? Es solo una de las preguntas de la llamada Encuesta Mundial de Valores. En esta encuesta, que se viene realizando desde la década de 1980, se pregunta periódicamente a miles de personas de todo el mundo sobre sus valores, normas y creencias. Y eso incluye la voluntad de ir a la guerra por el propio país. Y hasta hace poco, esto arrojaba una tendencia bastante inequívoca, ya que el porcentaje de personas que indicaban estar dispuestas a luchar por su propio país disminuía desde la década de 1980. Pero esa tendencia parece haberse invertido; durante el descenso más reciente de la encuesta (entre 2017 y 2021), el porcentaje de personas dispuestas a tomar las armas por su propio país volvió a aumentar repentinamente. “Es algo que vemos en un gran número de países”, explica el politólogo Wolfgang Wagner, afiliado a la Universidad Libre de Ámsterdam.
Post-heroico
El tímido aumento, como se ha mencionado, se produce tras un largo declive de la disposición a luchar por la patria, que a menudo se considera un efecto secundario del aumento de los niveles de prosperidad y la consiguiente sociedad “posheroica”. “En el siglo XX, antes de la Primera Guerra Mundial, ser militar era un honor y para muchos jóvenes era natural alistarse en el ejército”, afirma Wagner. “Pero después de las guerras, la disposición a servir y morir por la patria disminuyó en Europa y en otros lugares, y esto se asocia a menudo con el aumento de la prosperidad. La gente tenía que preocuparse menos de cómo iban a alimentar a sus familias o de que fueran a ocurrir cosas malas. Y con ello, también disminuyó la disposición a sacrificar la propia vida por la patria; la gente se preocupaba más por disfrutar y poseer”.
¿Deberíamos preocuparnos?
Pero aunque esto último sigue siendo algo a lo que muchos aspiran en nuestra sociedad moderna, hay, por tanto, indicios de que la voluntad de luchar está empezando a aumentar de nuevo. Aún no está claro cómo se explica este aumento. Pero Wagner espera averiguarlo en un futuro próximo, junto con su colega Michal Onderco, afiliado a la Universidad Erasmus de Rotterdam. “Merece la pena seguir investigando”, afirma Wagner. “También porque la creciente disposición a luchar puede ser indicio de algo mucho más preocupante”.
De hecho, la expansión de las relaciones pacíficas entre Estados (en Europa Occidental, por ejemplo) que vimos tras las dos guerras mundiales se debió sobre todo a las asociaciones internacionales, al aumento del número de democracias y al hecho de que cada vez más de esas democracias eran interdependientes, por ejemplo a través del comercio mutuo. Pero lo que también puede haber influido es que los ciudadanos están menos dispuestos a dar su vida por la patria. Y si ese es realmente un factor, la creciente disposición a luchar por el propio país es, desde luego, motivo de preocupación. Porque entonces solo aumentaría la probabilidad de una guerra.
La investigación
Sin embargo, la cuestión de si la creciente disposición a luchar se manifestará efectivamente de esa manera es una cuestión de investigación muy diferente. Por ahora, Wagner y sus colegas intentan explicar primero el aumento. “Con este fin, estamos entablando conversaciones con estudiantes, entre otros, para establecer lo que significa para ellos luchar por su propio país”, explica Wagner. Además, los investigadores quieren averiguar si existe una correlación entre la medida en que las personas están dispuestas a luchar por su propio país y la medida en que hay conflictos en su entorno. De hecho, los investigadores sospechan que la disposición a luchar depende en parte de si también hay guerra en los alrededores. “Si la guerra está geográfica o culturalmente cerca (como ahora en Ucrania, por ejemplo), la gente puede empezar a sentir más la necesidad de luchar por la patria”, argumenta Wagner. “Y luego, si el conflicto también tiene una parte con una imagen positiva (como tienen ahora las fuerzas armadas ucranianas, que luchan por la democracia y la libertad), eso puede hacer que aumente aún más la disposición a luchar en los países vecinos.” También explora la posibilidad de que la creciente desigualdad dentro de los Estados alimente la voluntad de luchar. Como lo es el impacto que las crisis económicas o los incidentes terroristas tienen en la disposición a luchar por el propio país.
Observaciones sobre la Encuesta Mundial de Valores
Los datos recogidos en el marco de la Encuesta Mundial de Valores son muy valiosos. Al fin y al cabo, la encuesta global a largo plazo permite detectar tendencias a lo largo del tiempo y del espacio. Sin embargo, Wagner señala que siempre hay que ser prudente. Por ejemplo, lo que dificulta la interpretación de los datos es que no todos los países están representados en el estudio desde el principio. Además, es posible que las preguntas de las encuestas no se entiendan igual en todas partes. “Por ejemplo, ‘luchar por el propio país’ en Irak (un país con un gobierno central débil y varios grupos que no se sienten implicados con el Estado) puede significar cosas muy distintas que en un país desarrollado”.
Por ahora, el estudio de los investigadores se centra en el nivel de las sociedades. Pero en el futuro, Wagner espera ampliar aún más el campo de investigación y buscar también dentro de las sociedades los factores que impulsan la disposición a luchar. Porque si se pueden identificar, también puede ser posible tomar medidas para disminuir esa voluntad y reducir la probabilidad de escalada. Así, la investigación podría incluso contribuir a un futuro más pacífico.
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