Ahora conocemos la clamidia principalmente como una desagradable enfermedad venérea, pero la bacteria existe desde hace más de mil millones de años. Los científicos han estudiado el antiguo genoma y han descubierto algo extraordinario.
Averiguaron más sobre la aparición y evolución de los llamados endosimbiontes, u organismos que viven dentro del cuerpo de otro organismo. El endoparásito (que vive en el interior de su huésped, a diferencia del ectoparásito que vive sobre los organismos) puede aparecer en seres humanos, animales e incluso en el diminuto animal unicelular ameba. Científicos de Viena descubrieron que, si bien el antepasado de las clamidias vivió probablemente en células huésped hace mil millones de años, la rama de las clamidias que más tarde se dirigió específicamente a las amebas evolucionó de forma fascinante. De hecho, las bacterias clamidias que infectan a las amebas tienen un conjunto de genes mucho mayor de lo que cabría esperar de una especie bacteriana intracelular que depende de su hospedador.
El patógeno
La bacteria Chlamydia es conocida e infame por el patógeno Chlamydia trachomatis, causante de una desagradable y común enfermedad de transmisión sexual en humanos. Mucho antes de que los primeros animales pisaran la Tierra (las primeras amebas se originaron probablemente hace unos 400 millones de años), ya existían los antepasados de la bacteria clamidia actual.
Cartografiado del genoma
Hace veinte años se cartografiaron los primeros genomas de clamidia. Los científicos se han preguntado todo este tiempo por qué las especies de clamidia que se encuentran en células animales tienen un pequeño conjunto de genes, como otros endosimbiontes, pero por qué sus primos lejanos, que infectan amebas, tienen tamaños de genoma más parecidos a las bacterias de vida libre. Los investigadores han tenido que seguir sin responder a esta pregunta todos estos años porque estudiar la evolución de este diverso grupo bacteriano ha sido difícil. Esto se debe a que es muy complejo cultivar estos microbios en el laboratorio.
Mil millones de años de parasitismo
En el nuevo estudio, publicado en Nature, los científicos lograron sortear este problema. “Solo recientemente hemos adquirido la capacidad de secuenciar genomas directamente a partir de muestras ambientales para investigar toda la diversidad de las clamidias”, explican los microbiólogos. Con los nuevos datos en la mano, viajaron atrás en el tiempo para cartografiar el proceso evolutivo de las clamidias. Utilizando métodos informáticos avanzados, reconstruyeron el genoma del último ancestro común de todas las especies de clamidia conocidas. El equipo descubrió que este microbio extinguido tenía todos los genes necesarios para ser un endosimbionte. Incluso los genes importantes para los patógenos animales clamidiales (patógenos) actuales probablemente ya estaban presentes. Esto significa que las clamidias han estado infectando células huésped durante más de mil millones de años. La bacteria empezó su truco en animales pluricelulares simples y entretanto ha extendido sus alas considerablemente.
Fondo genético intercelular
Los endosimbiontes tienen una capacidad limitada para intercambiar genes con otras bacterias. Sin embargo, las clamidias parecen haber encontrado una forma de evolucionar más rápidamente. “Nuestros resultados muestran que algunas clamidias intercambiaron más genes de lo esperado para los endosimbiontes”, explican los autores. Cómo es posible no está del todo claro, pero los investigadores tienen una hipótesis interesante. “No es tan sorprendente si se tiene en cuenta el entorno en el que viven estas clamidias: las amebas suelen albergar múltiples endosimbiontes y se alimentan de bacterias de vida libre, por lo que hay todo tipo de otros microbios con los que pueden tener contacto directo, aumentando así el acervo genético accesible”. “Además, la mayoría de las clamidias se desplazan entre distintos hospedadores infectando a otros animales si tienen la oportunidad”.
Los científicos tienen curiosidad por saber si este modo de evolución es más común entre los endosimbiontes en la naturaleza, algo que estudios posteriores deberían revelar.
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