Los pensamientos y emociones negativos no solo hacen infelices a las personas, sino que también tienen un impacto duradero en el cerebro. Investigadores suizos descubrieron un cambio en la actividad cerebral de las personas mayores.
Desde hace tiempo se sospecha que la ansiedad, la depresión y otras emociones negativas aumentan el riesgo de demencia y otras enfermedades cerebrales. Pero, ¿cuál es exactamente el impacto en el cerebro y es posible limitar los daños? Neurocientíficos suizos confrontaron a un grupo de veinteañeros y a otro de mayores de 65 años con imágenes televisivas de personas con problemas mentales y analizaron la actividad cerebral de los sujetos. El grupo más joven demostró ser emocionalmente flexible y se recuperó con bastante rapidez tras las pesadas imágenes. Este proceso fue mucho más lento en el grupo de mayor edad. Las resonancias magnéticas mostraron claramente que permanecían en el estado emocional negativo mucho más tiempo y de forma más profunda. Este proceso también se conoce como inercia emocional o psicológica. En concreto, el córtex cingular posterior y la amígdala, dos regiones cerebrales muy implicadas en el control de las emociones y la memoria autobiográfica, se tiñeron de rojo en la guardia mayor.
Flexibilidad emocional
Los neurocientíficos llevan 20 años trabajando para entender cómo responde nuestro cerebro a las emociones. “Estamos empezando a comprender qué ocurre en el momento en que percibimos un estímulo emocional”, explica la autora principal, Olga Klimecki. “Sin embargo, lo que ocurre después sigue siendo un gran misterio. ¿Cómo pasa el cerebro de una emoción a otra? ¿Cómo vuelve el cerebro a su estado original? ¿Cambia la flexibilidad emocional con la edad? ¿Qué consecuencias tiene para el cerebro que alguien reprima sus sentimientos o gestione mal sus emociones?”. Los resultados de la investigación, publicados en Nature, muestran que un mejor manejo de las emociones, por ejemplo, mediante ejercicios de meditación, puede ralentizar el deterioro cerebral.
Investigaciones anteriores ya han demostrado que la capacidad de cambiar rápidamente de estado emocional está relacionada con una mente sana. Por el contrario, las personas que reprimen sus sentimientos y permanecen mucho tiempo en un estado emocional concreto corren un mayor riesgo de depresión. “Nuestro objetivo era detectar los cambios en el cerebro que permanecen después de ver escenas emocionales. Queríamos analizar la respuesta del cerebro y sus mecanismos de recuperación. Para ello, nos centramos en los adultos mayores para conocer mejor las posibles diferencias entre el envejecimiento normal y el deterioro debido a una enfermedad”, afirma el investigador Patrik Vuilleumier.
Más sobre la demencia
Demencia es un término general que se refiere a una pérdida progresiva de la capacidad cognitiva, como la memoria, el pensamiento y el juicio. Esto puede ser causado por enfermedades como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Huntington. Los síntomas pueden incluir confusión, dificultad para comunicarse, cambios de personalidad y problemas para realizar tareas cotidianas. No hay cura para la demencia, pero algunos tratamientos pueden retrasar el avance de los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.
Pruebas con vídeos de contenido emocional
A los 183 sujetos se les mostraron breves clips de televisión de personas en un estado de sufrimiento emocional, por ejemplo, durante una catástrofe natural u otra emergencia. Además, se les mostraron vídeos de contenido emocional neutro como control. Mientras tanto, se midió su actividad cerebral con un escáner de resonancia magnética. En primer lugar, el equipo comparó un grupo de 27 personas mayores de 65 años con un grupo de 29 personas de unos 25 años. A continuación se repitió el mismo experimento con 127 adultos mayores.
“Las personas mayores suelen mostrar un patrón de actividad y conectividad cerebral diferente al de los jóvenes”, afirma el investigador Sebastián Báez Lugo. “Esto es particularmente evidente en la actividad de la red por defecto, una red de regiones cerebrales que está principalmente activa en estado de reposo. La actividad de estas áreas se ve alterada por la depresión o la ansiedad, lo que sugiere que están implicadas en la regulación de las emociones. En las personas mayores, los escáneres muestran un aumento de las conexiones entre el córtex cingular posterior, responsable de la memoria autobiográfica, y la amígdala, que procesa estímulos emocionales importantes. Estas conexiones parecen ser más fuertes en sujetos que sufren mucho de ansiedad, cavilaciones y pensamientos negativos.”
Emocionalmente congelado
“¿La ignorancia emocional, la ansiedad y la depresión aumentan el riesgo de demencia o es al revés? Aún no lo sabemos”, dijo Báez Lugo. “Sospechamos que las personas más ansiosas tienen un mal distanciamiento emocional de una persona o situación. La inercia emocional en el envejecimiento puede explicarse entonces por qué el cerebro de estas personas permanece “congelado” en un estado negativo. Vinculan el sufrimiento ajeno a sus propios recuerdos emocionales y son incapaces de desvincularse de las emociones negativas.” Se produce entonces un cambio permanente en el cerebro que puede aumentar el riesgo de demencia.
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