Algunos fósiles de los filones de carbón del sureste de Irlanda han desconcertado a los científicos durante décadas. ¿Cómo es posible que la estructura y la forma de los huesos hayan cambiado o incluso desaparecido por completo? La causa es diferente de lo que se pensaba.
Se trata de fósiles de anfibios hallados en los filones de carbón de la localidad irlandesa de Kilkenny, a unos 100 kilómetros al suroeste de Dublín. Los científicos llevan décadas discrepando sobre cómo y por qué se ha visto afectada la morfología ósea de estos animales prehistóricos que vivieron hace más de 300 millones de años.
Los fósiles del Jarrow Assemblage, como se denomina el famoso yacimiento fosilífero irlandés, presentan una característica única: su morfología ósea interna original es anormal (la estructura y la forma de los huesos se han alterado aquí y allá o han desaparecido y se han rellenado con carbón), por lo que ahora es difícil discernir los detalles de los fósiles. Los científicos llevan décadas adivinando la causa. La teoría más extendida es que el deterioro del hueso se debe a un ácido que disolvió parcialmente los huesos de los animales después de que el cadáver desapareciera en la tierra.
La verdadera razón
Pero, ¿es esa realmente la causa? Un equipo de científicos irlandeses quería aclararlo de una vez por todas, así que decidieron realizar tomografías computarizadas, tomaron radiografías y extrajeron una fina capa del fósil mediante ablación con láser, con el fin de analizar la química de los huesos e investigar las causas del deterioro óseo.
Explica el Dr. Aodhán Ó Gogáin, investigador principal: “Normalmente, en los huesos fósiles vemos que se conserva la estructura interna original. Pero cuando observamos las radiografías de los fósiles de Jarrow, vimos que la morfología ósea interna no se conserva y que los huesos han sido parcialmente sustituidos por el carbón circundante”.
Cristales de apatita
El equipo también encontró cristales de apatita en las estructuras óseas fósiles. El investigador Gary O'Sullivan afirma: “La construcción de los cristales de apatito puede decirnos mucho sobre cómo se formó. ¿El mineral creció orgánicamente en el animal o solo se formó después de enterrarlo? También puede decirnos si hubo otros factores que influyeron en el crecimiento de los cristales. La apatita es un componente importante del tejido óseo vivo, por lo que no es de extrañar que se conservara una parte en estos huesos. Sin embargo, si nos fijamos en las propiedades químicas de la apatita de los huesos de Jarrow, vemos que se formó por líquidos calientes en la tierra, tras la muerte del animal prehistórico.”
Tierra burbujeante
Ó Gogáin explica además: “Conseguimos datar la apatita radiométricamente (basándonos en la desintegración radiactiva de isótopos naturales). Esto demuestra que el cristal se formó en una época en la que todos los continentes de la Tierra se desplazaron unos hacia otros y colisionaron para formar el supercontinente Pangea. Al colisionar estos continentes, se formaron nuevas cadenas montañosas y burbujearon gigantescos líquidos calientes desde las profundidades del suelo terrestre. Esta masa al rojo vivo, que fluyó por toda Irlanda, hirvió y fundió los huesos de los fósiles y provocó el cambio en la morfología ósea que aún hoy podemos ver”.
El Dr. Patrick Wyse Jackson subraya la importancia del descubrimiento: “La colección Jarrow es de gran interés científico y constituye una parte importante del patrimonio geológico de Irlanda. Es estupendo que por fin hayamos descubierto qué causó la alteración de los huesos fósiles de estos animales”.
Así pues, los fósiles no se vieron afectados por ácidos, como se pensó durante mucho tiempo, sino por fluidos burbujeantes procedentes de las profundidades de la Tierra.
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