Cuando la gente escucha una buena pieza musical, le gusta mover la cabeza al ritmo de la misma. Pero no somos los únicos que lo hacemos, las ratas también pueden hacerlo. Con música de Mozart todavía.
Aunque nunca antes hayan sido entrenadas en ello ni hayan estado en contacto con la música, las ratas pueden mover la cabeza al ritmo de todo tipo de música. Se ha demostrado por primera vez que los animales tienen una sincronización innata con el ritmo del bajo. Los investigadores japoneses hicieron que las ratas escucharan música de Mozart, Lady Gaga, Queen, Michael Jackson y Maroon 5, y las cabezas se movieron enérgicamente de un lado a otro al ritmo de la música.
Sentido del ritmo
Moverse rítmicamente al ritmo de la música se consideraba hasta hace poco una habilidad reservada solo a (algunos) humanos. Pero una nueva investigación de la Universidad de Tokio demuestra ahora que las ratas no entrenadas también pueden tener esta capacidad. La velocidad óptima para asentir con el ritmo de los bajos parece depender de la constante de tiempo del cerebro, o de la velocidad a la que nuestro cerebro puede responder a algo. Esta constante de tiempo es aproximadamente la misma para todas las especies animales. Esto significa que la capacidad de nuestro sistema auditivo y motor para fusionarse con la música y moverse al ritmo no solo está presente en los primates, sino en muchas más especies animales. Este nuevo descubrimiento no solo ofrece más información sobre lo que ocurre en la mente de los animales, sino que también puede decirnos más sobre los orígenes de nuestra propia música y danza.
El sentido del surco
Algunos se roban el espectáculo en la pista de baile debido a un talento innato para el timing y las caderas sueltas, mientras que otros fracasan irremediablemente. Moverse al ritmo de la música obedece a una serie de complejos procesos neuronales y motrices que actúan conjuntamente para permitirnos reconocer, responder e incluso predecir el ritmo. A esto lo llamamos “sincronización de latidos”. Y por eso no todo el mundo es igual de bueno.
Que los animales también tienen este sentido del “surco” es algo relativamente nuevo para la ciencia. Una investigación japonesa demuestra que las ratas también tienen el impulso de moverse al ritmo de la música. “Nuestras ratas mostraron una sincronización innata (es decir, sin ningún tipo de entrenamiento o exposición previa a la música) del ritmo. Esto fue más evidente entre 120 y 140 latidos por minuto (lpm). Este es también el ritmo en el que las personas muestran una sincronización de latidos más clara”, explica el profesor asociado Hirokazu Takahashi. “El córtex auditivo, la zona de nuestro cerebro que procesa el sonido, está sintonizado a 120-140 bpm. Esto se desprende de nuestro modelo matemático que rastrea la actividad cerebral durante la exposición a la música”.
Emoción y cognición
Pero, ¿por qué poner música a las ratas? “La música ejerce una fuerte atracción sobre el cerebro y tiene profundos efectos sobre la emoción y la cognición. Para utilizar la música con eficacia, tenemos que descubrir el mecanismo neural y comprender lo que subyace”, afirma Takahashi.
El equipo quería que los experimentos musicales averiguaran si el tempo óptimo de la música lo dicta el cuerpo o el cerebro. Los animales más pequeños viven más rápido. Sus corazones laten más a menudo por minuto y se desbocan más rápido. Sin embargo, la constante de tiempo en los cerebros de los animales más pequeños y más grandes es similar. “Tras nuestro estudio con 20 participantes humanos y 10 ratas, nuestros resultados demuestran que el ritmo óptimo para la sincronización de los latidos depende de la constante de tiempo en el cerebro”, afirma Takahashi. “Esto demuestra que podemos estudiar el cerebro animal para aprender más sobre la percepción, el procesamiento y la anticipación de los estímulos musicales en los seres humanos”.
La base de la música y la cultura
Las ratas estaban sujetas a sensores de movimiento inalámbricos que podían medir los más mínimos movimientos de la cabeza. Los participantes humanos llevaban auriculares con sensores de movimiento. A todos ellos se les dijo un minuto de la Sonata K. 448 de Mozart en cuatro tiempos diferentes. La sincronización de los latidos fue más fuerte entre 120 y 140 lpm. Tanto las ratas como los humanos movían la cabeza al ritmo de la música a un ritmo similar. Cuanto más rápido se tocaba la música, menos rítmicamente se movían las cabezas. “Hasta donde sabemos, este es el primer estudio sobre la sincronización innata de los latidos en animales que no han sido preentrenados o expuestos a la música de otra manera”, dijo Takahashi.
Los investigadores no solo consideran que se trata de una visión fascinante de la mente animal y del desarrollo de nuestro propio sentido del ritmo, sino que creen que los nuevos conocimientos también permitirán comprender la creación de la propia música. “Quiero seguir con este tema e investigar cómo se relacionan otras propiedades musicales, como la melodía y la armonía, con la dinámica del cerebro. También me interesa saber cómo los procesos cerebrales humanos han provocado la aparición y el desarrollo de todo tipo de expresiones culturales, como las artes visuales, la música, la ciencia, la tecnología y la religión”, afirma Takahashi. “Aquí, considero, está la clave para entender mejor cómo funciona el cerebro. Este conocimiento es indispensable para desarrollar la próxima generación de inteligencia artificial. Además, como científico, me interesa utilizar la música para una vida feliz”. Porque sí, casi se olvida que los humanos, y, por tanto, probablemente también los animales, simplemente se alegran con una bonita canción.
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