Los pulpos son animales muy inteligentes con un complejo sistema nervioso. Pero no es lo único que tienen en común con los humanos.
Si nos remontamos muy atrás en nuestra historia evolutiva, nos encontramos con el último ancestro común de los humanos y los pulpos: una criatura primitiva parecida a un gusano y con una inteligencia mínima. Solo más tarde el reino animal se divide en dos grupos: animales con columna vertebral y sin ella. Mientras que los vertebrados, especialmente los primates y otros mamíferos, desarrollaron cerebros grandes y complejos con diversas capacidades cognitivas, los invertebrados carecían de ese proceso. Con una excepción: los pulpos.
Pulpos excepcionales
Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo por qué un sistema nervioso tan complejo solo podía surgir en este grupo de moluscos. Un equipo de investigación del Centro Max Delbrück de Berlín y del Dartmouth College de EE. UU. presenta ahora una posible explicación. Descubrieron que los pulpos tienen un repertorio enormemente ampliado de microARNs (miARNs) en su tejido neural. Y exactamente el mismo desarrollo tuvo lugar en los mamíferos. “Así que esto es lo que nos une a los pulpos”, bromea el investigador Nikolaus Rajewsky. Explica que los hallazgos probablemente signifiquen que los miRNAs desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de cerebros complejos.
Trucos de ARN
En 2019, Rajewsky leyó sobre los análisis genéticos realizados a los pulpos. Los científicos descubrieron entonces que en los animales se produce una gran cantidad de edición de ARN. Es decir, utilizan mucho ciertas enzimas que pueden recodificar su ARN. “Esto me dio la idea de que los pulpos podrían no solo ser buenos en la recodificación, sino que también utilizan otros trucos de ARN”, dice Rajwesky. Así que decidió examinar 18 muestras de diferentes tejidos de pulpos muertos.
El resultado de este análisis fue sorprendente. “Efectivamente, había mucha edición de ARN, pero no en áreas que nos parecían importantes”, dice Rajewsky. De hecho, el descubrimiento más interesante fue la enorme expansión de un grupo conocido de genes de ARN, los microARN. Se encontró un total de 42 nuevas familias de miRNAs, la mayoría en el tejido neural del cerebro. Dado que estos genes se conservaron durante la evolución de los cefalópodos, como se denominan oficialmente los pulpos, el equipo concluye que claramente beneficiaron a los animales y fueron valiosos para su funcionamiento.
Más inteligente que las ostras
Rajewsky lleva más de 20 años investigando los miARN. El ARN mensajero (ARNm), más conocido, proporciona instrucciones para la producción de proteínas en una célula. Los microARN codifican pequeños fragmentos de ARN que se unen al ARNm y afectan a la producción de proteínas. Estos sitios de unión también se han conservado en la evolución del pulpo y son, por tanto, otro indicador de que este nuevo miARN es crucial para la supervivencia.
“Se trata de la tercera mayor expansión de familias de microARN en el reino animal y la mayor fuera de los vertebrados”, afirma el investigador principal, Grygoriy Zolotarov. “Para que se hagan una idea de la escala: las ostras, también moluscos, han adquirido solo cinco nuevas familias de microARN desde los últimos ancestros que compartían con los pulpos, mientras que estos han ganado 90 más”.
Curioso y simpático
Desde una perspectiva evolutiva, los pulpos son invertebrados únicos. Tienen tanto un cerebro central como un sistema nervioso periférico, que también es capaz de actuar de forma independiente. Si un pulpo pierde un tentáculo, sigue siendo sensible al tacto y puede seguir moviéndose. La explicación de las funciones cerebrales excepcionalmente complejas del pulpo puede residir en el uso intencionado de sus tentáculos. Por ejemplo, pueden utilizarlas para abrir conchas. Los pulpos también muestran otros signos de inteligencia. Son muy curiosos y pueden recordar cosas. También saben reconocer a las personas y les gustan más unas que otras. Los investigadores creen ahora incluso que los animales pueden soñar, ya que su color y la textura de su piel cambian cuando duermen.
“Siempre se dice: si quieres conocer a un extraterrestre, ve a bucear y hazte amigo de un pulpo”, ríe Rajewsky. Junto con su equipo, ahora planea aplicar una nueva técnica, desarrollada en su propio laboratorio, que hace visibles las células de los tejidos de los pulpos a nivel molecular.
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