El parto es intenso. En consecuencia, no todas las mujeres superan el periodo de maternidad sin traumas mentales. Sin embargo, esto no deja de tener consecuencias para el bebé: parece que es malo para su desarrollo del lenguaje.
Debido al estrés y a la falta de sueño, combinados con todas las hormonas del embarazo, entre el 50 % y el 80 % de las nuevas madres experimentan abatimiento en los días posteriores al parto. Para la mayoría de las mujeres, este sentimiento de depresión desaparece por sí solo cuando se asienta la nueva vida de madre. Sin embargo, un número menor de madres primerizas sufren depresión postnatal o posparto en las semanas o meses posteriores al parto.
Esto no solo es muy duro para la madre, sino que los análisis demuestran que también puede afectar negativamente al desarrollo y al habla del niño. Hasta ahora, sabemos relativamente poco sobre este trastorno del desarrollo temprano del lenguaje en los bebés. Razón de más para que los científicos del Instituto Max Planck de Leipzig lo investiguen.
Bases para el desarrollo del lenguaje
El equipo de investigación dirigido por Gesa Schaadt abordó la cuestión de la capacidad de los bebés para distinguir los sonidos del habla en función del estado de ánimo de su madre. Esta capacidad se considera una base importante para un buen desarrollo de las habilidades lingüísticas en el futuro. Si los bebés pueden distinguir los diferentes sonidos del lenguaje, también consiguen reconocer y distinguir las palabras individuales.
Los resultados muestran que los bebés de seis meses tienen un retraso medio en el procesamiento de los sonidos del habla cuando su madre tiene un estado de ánimo negativo dos meses después del nacimiento, en comparación con el grupo de control. A los bebés con madres melancólicas les resultaba muy difícil distinguir los sonidos de las sílabas, como “ba”, “ga” y “bu” (pronunciadas en inglés).
Respuesta al desajuste
El desarrollo de la llamada “respuesta de desajuste” (reconocimiento de un estímulo que no pertenece a la secuencia; en este caso, un sonido silábico) se retrasó notablemente en los bebés de madres deprimidas, en comparación con los bebés cuyas madres tenían un estado de ánimo más positivo dos meses después del nacimiento. Esta respuesta de desajuste es una medida de lo bien que una persona puede distinguir unos sonidos de otros. Si este desarrollo se retrasa, se considera un indicio de un mayor riesgo de desarrollar un trastorno del habla más adelante.
“Sospechamos que las madres con enfermedades mentales hablan menos a sus bebés, por lo que estos están menos expuestos a diferentes sonidos del lenguaje”, explica la investigadora Gesa Schaadt. “Probablemente, también varían menos los sonidos y no balbucean tan exuberantemente sobre el catre”. De este modo, los bebés no oyen tantos sonidos del lenguaje y, por tanto, también aprenden menos que sus compañeros con una madre sana, dice Schaadt. Oír estos sonidos se considera un requisito previo para el desarrollo posterior del lenguaje.
Sonidos y palabras monótonas
Los resultados muestran la importancia de que los padres utilicen el habla centrada en el bebé para el posterior desarrollo del lenguaje de sus hijos. Es muy importante el habla centrada en el bebé, que varía mucho de sonido y en la que la madre enfatiza más ciertas partes de las palabras, llamando así la atención de los pequeños sobre lo que se dice. Las madres deprimidas tienden a emplear palabras y sonidos más monótonos y menos centrados en el bebé. “Para garantizar el correcto desarrollo de los niños pequeños, también es necesario un apoyo adecuado para las madres que sufren síntomas leves que no requieren tratamiento”, afirma Schaadt. Esto no significa necesariamente una cita con un profesional de la salud. “También es posible que los padres, abuelos u otros cuidadores asuman en gran medida este papel”. Lo importante es que a los bebés se les hable con un tono de voz variado.
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