¿Cuáles serán los efectos negativos del confinamiento? Es demasiado pronto para responder a esta pregunta. Pero los investigadores llevan muchos meses analizando cómo las duras medidas antiepidémicas de 2020 y 2021 han repercutido en la vida y el desarrollo de los niños.
La epidemia ha dejado su huella en el desarrollo de los niños nacidos durante ella. Los científicos irlandeses lo han descubierto. Varios estudios ya han puesto de manifiesto el subdesarrollo de los niños afectados por los cierres de escuelas. En esta ocasión, los investigadores irlandeses se han centrado en cómo los cierres afectaron al desarrollo de los niños nacidos durante la pandemia.
Encerrar a los niños
En un estudio publicado en Archives of Disease in Childhood, los expertos del Royal College of Surgeons descubrieron que estos niños se desarrollaban más lentamente. Durante su primer año de vida, tenían menos probabilidades de desarrollar habilidades comunicativas en comparación con los niños nacidos antes de la pandemia. Sin embargo, en uno de los criterios medidos, los niños encerrados tenían un éxito notable: gateaban mejor.
¿Qué hay detrás de la diferencia?
“Los cierres irlandeses eran muy estrictos. Durante los primeros seis meses, (las familias que estudiamos) estuvieron en contacto con una media de solo cuatro personas ajenas a la familia, y cuando llegaron a los 12 meses de edad, uno de cada cuatro niños no había conocido a otro niño de su edad”, afirma en The Guardian la neuróloga infantil Susan Byrne, que participó en el estudio.
Byrne y sus colegas examinaron a 309 bebés nacidos durante la pandemia; sus padres, a petición de los investigadores, evaluaron una serie de capacidades de los niños pequeños que iban desde la capacidad de gatear hasta la de coger objetos pequeños y la de articular al menos una palabra. Los investigadores llaman a estas categorías hitos del desarrollo.
Los investigadores compararon los hitos de los bebés nacidos en la primavera de 2020 con los de los bebés nacidos un año antes. Había una diferencia apreciable, pero no abismal, en las habilidades lingüísticas y comunicativas entre los dos grupos.
En comparación con los niños prepandémicos, los niños encerrados tenían menos probabilidades de poder decir una palabra (el 77 % de ellos lo consiguió, frente al 89 % de los niños de 2019), de señalar personas u objetos (el 84 % frente al 93 %) o de poder decir adiós con la mano (el 88 % frente al 94,5 %).
Los investigadores creen que se pondrán al día con la pérdida
Los investigadores explican la diferencia por el hecho de que muchos de los niños encerrados estaban en casa, experimentaron menos conversaciones sociales entre los adultos y vieron salir a poca gente, lo que significa que no tenían a nadie a quien decir “adiós”. Y si los niños rara vez salían a la calle, ni siquiera podían ver cosas que les llamaran la atención y que despertaran su deseo de señalar con el dedo.
Sin embargo, un mayor número de niños encerrados eran capaces de gatear (97,5 % frente al 91 %), presumiblemente porque pasaban más tiempo en el suelo que atados a coches y carritos. Así, podría decirse que compensaron las deficiencias en las habilidades de comunicación con una mayor destreza.
Pero los investigadores son optimistas y consideran que los efectos de los cierres no serán irreversibles y que los niños recuperarán sus pérdidas de desarrollo. “Los bebés son resistentes e inquisitivos por naturaleza, y es muy probable que a medida que retomen la vida social y aumenten el contacto social, sus habilidades de comunicación social mejoren”, afirma Byrne,
Los investigadores irlandeses quieren asegurarse de que tengan éxito. Por eso seguirán vigilando el desarrollo de los niños.
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