El impacto de un asteroide en lo que hoy es la península de Yucatán, en México, hace 66 millones de años, cambió el planeta para siempre. Además de cambiar el clima, desencadenó lo que puede ser el mayor tsunami de la historia de la Tierra.
En un estudio publicado el martes en la revista AGU Advances, los científicos concluyen que el tsunami provocado por el impacto de un asteroide a finales del periodo geológico Cretácico barrió la mitad de la Tierra. Sus olas más altas alcanzaron varios kilómetros de altura.
Además, el asteroide arrojó enormes cantidades de polvo y ceniza al aire, provocando el cambio climático y la oscuridad global. Este acontecimiento provocó la extinción de tres cuartas partes de las especies hace 66 millones de años, incluidos los dinosaurios no voladores (solo sobrevivieron las especies voladoras de las que evolucionaron las aves actuales).
Un tsunami leído desde los sedimentos
Los científicos han examinado en cientos de lugares de diferentes regiones del planeta sedimentos que pertenecen al periodo inmediatamente posterior al impacto del asteroide. A continuación, crearon una simulación informática de las olas a partir de los datos que recogieron.
La simulación se basó en la estimación de que la Tierra fue golpeada por una roca espacial de 14 kilómetros de diámetro, que antes del impacto alcanzó una velocidad de 43 000 kilómetros por hora, 35 veces la velocidad del sonido.
Su modelo sugería que la energía liberada por el impacto del objeto espacial y el tsunami era 30 000 veces mayor que la energía liberada por el terremoto y el tsunami del océano Índico de diciembre de 2004, que mató a 230 000 personas.
Una vez que el asteroide chocó con la Tierra, formó un cráter de 100 kilómetros de diámetro y arrojó una espesa nube de polvo y hollín a la atmósfera. Dos minutos y medio después del impacto, una cortina de material expulsado empujó una pared de agua, creando una ola de 4,5 kilómetros de altura que se extendió por los alrededores.
Diez minutos después del impacto y a 220 kilómetros de distancia, la ola tenía 1,5 kilómetros de altura. Una hora después del impacto, el tsunami llegó al Atlántico Norte. En otras tres horas llegó al Pacífico a través del mar entre América del Norte y del Sur.
Imagen que muestra la propagación del tsunami tras el impacto del cometa en lo que hoy es el Golfo de México. | Fuente: crédito-Range et al.
Veinticuatro horas después del impacto del asteroide, las olas barrieron la mayor parte de los océanos Pacífico y Atlántico, entrando en el océano Índico desde ambos lados. Y en las cuarenta y ocho horas siguientes a la fatídica colisión, habían alcanzado la mayor parte de la costa del planeta.
La ola viajó 12 000 kilómetros
El equipo científico ha encontrado incluso rastros del tsunami hasta en Nueva Zelanda, a más de 12 000 kilómetros del impacto del asteroide con la Tierra. En un principio, los investigadores pensaron que los depósitos rocosos eran el resultado de la actividad tectónica local.
Solo el Atlántico Sur, el norte de los océanos Pacífico e Índico y lo que ahora es el mar Mediterráneo escaparon al tsunami. “Este tsunami fue lo suficientemente fuerte como para alterar y erosionar los sedimentos de las cuencas oceánicas en el 50 % del globo”, afirma la revista Live Science, citando a la autora principal del estudio, Molly Range, de la Universidad de Michigan.
Sin comentarios