El Solar Orbiter (diseñado para investigar el sol y sus alrededores) fue golpeado por una enorme nube de plasma el mes pasado, aunque algunos de sus instrumentos estubieron apagados registró muchos datos interesantes que ya están en camino.
Afortunadamente, el Solar Orbiter puede soportar una paliza, según la ESA, propietaria del orbitador. Y el satélite no experimentó ningún efecto negativo del "ataque". En cierto modo, la nube de plasma es incluso una bendición; como la nave espacial la experimentó de primera mano, pudo reunir una gran cantidad de información sobre cómo cambió el entorno bajo la influencia de la nube de plasma utilizando los instrumentos de a bordo.
Nube de plasma
Una nube de plasma es una erupción masiva de viento solar. Y ese viento solar consiste a su vez en una corriente de partículas cargadas. Aunque el Solar Orbiter no se vio obstaculizado por ella, una nube de plasma producida por el sol puede tener consecuencias de gran alcance para los planetas que rodean al sol, como la tierra. Cuando una nube de plasma de este tipo (también conocida como eyección de masa coronal) apunta directamente a la Tierra, las partículas cargadas pueden perturbar los satélites en órbita o las redes eléctricas en la Tierra.
La eyección de masa coronal que afectó al Solar Orbiter se produjo a finales del mes pasado. La nube de plasma apuntaba a Venus y el Solar Orbiter se encontraba en sus proximidades en ese momento. El satélite realiza investigaciones intensivas sobre nuestra estrella madre, pero también pasa regularmente por Venus para realizar el llamado balanceo gravitatorio. Se trata de utilizar la gravedad de Venus para modificar la órbita de la sonda y así poder observar el sol desde un ángulo diferente.
Vuelo de separación con éxito
Unos dos días antes de que el Solar Orbiter pasara por delante de Venus a una distancia de solo 6000 kilómetros y recibiera dicha honda gravitatoria, el sol emitió una gran nube de plasma. Pero, como se ha dicho, no tuvo (afortunadamente) ninguna consecuencia negativa para la emocionante misión del Solar Orbiter. "El vuelo de separación se desarrolló exactamente según lo previsto", afirma José-Luis Pellón-Bailón, en nombre de la ESA. "El Solar Orbiter usó la gravedad del planeta para cambiar de órbita, sin tener que emplear grandes cantidades de combustible en el proceso". Y mientras tanto, el satélite está en camino de vuelta al sol. "Cuando llegue allí, se aventurará 4,5 millones de kilómetros más cerca del sol que antes".
Datos
Aunque algunos de los instrumentos a bordo del Solar Orbiter se apagaron por precaución durante el sobrevuelo cercano a Venus, el satélite pudo recoger bastantes datos durante la erupción solar. Una parte todavía está en tránsito, pero los investigadores esperan que los datos acaben proporcionando una imagen bastante completa de los cambios que sufrió el entorno del Solar Orbiter bajo la influencia de la nube de plasma. Por ejemplo, la sonda midió un aumento considerable de las partículas energéticas solares, o SEP, por sus siglas en inglés (ver recuadro).
El sol emite continuamente partículas, principalmente protones y electrones. Pero también átomos ionizados, como el helio. Cuando surgen grandes erupciones solares o nubes de plasma, estas partículas pueden acelerarse enormemente. Se habla entonces de partículas energéticas solares (SEP). Son específicamente estas partículas las que pueden suponer una amenaza para la electrónica a bordo de los satélites, pero también suponen un riesgo de radiación para los astronautas que se encuentran fuera del campo geomagnético protector en ese momento.
Aprender más sobre las eyecciones de masa coronal y su impacto en el sistema solar es uno de los principales objetivos de la misión del Solar Orbiter. Al utilizar este satélite para estudiar las nubes de plasma, el viento solar y el campo magnético de nuestra estrella madre, los investigadores esperan obtener más información sobre el todavía misterioso ciclo solar, que dura aproximadamente 11 años. Este ciclo se caracteriza por un máximo solar (período en el que el sol es notablemente activo y, por tanto, produce relativamente muchas nubes de plasma y erupciones solares) y un mínimo solar (período en el que el sol está relativamente tranquilo). Todavía no está claro qué impulsa este ciclo y por qué algunos máximos solares son más potentes que otros. El Orbitador Solar debe resolver estos misterios. En última instancia, la misión también debería conducir a que el sol sea un poco más predecible. En el sentido de que los investigadores pueden predecir mejor los periodos de clima espacial tormentoso (es decir, los periodos en los que el sol arroja muchas partículas cargadas). Si esto tiene éxito, no nos pillarán desprevenidos tan rápidamente y podremos (si es necesario) tomar medidas para proteger nuestros aparatos electrónicos en la Tierra y sus alrededores (y en una fase posterior, cuando las misiones lunares tripuladas sean una realidad, también los aparatos y las personas en la Luna).
Vigilia
El hecho de que ya se haya puesto en marcha una nueva misión destinada específicamente a la protección de la Tierra y su entorno, es una prueba de que estos objetivos están cerca del corazón de la ESA. Estamos hablando de Vigil. La sonda vigilará de cerca el sol y está diseñada para detectar la actividad solar antes de que podamos hacerlo desde la Tierra. La idea es darnos más tiempo para prepararnos para el clima espacial tormentoso.
Vigil está actualmente en desarrollo y se lanzará en unos años. Mientras tanto, el Solar Orbiter trabajará para mejorar nuestra comprensión de la actividad solar y nos permitirá interpretar mejor las observaciones de Vigil.
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