Los depredadores marinos que viven en las profundidades emplean un camuflaje inusualmente sofisticado. Cazan utilizando camuflaje ultrasónico y señuelos luminiscentes. Los científicos que los han estudiado advierten que puede tener aplicaciones en la tecnología humana.
Casi ninguna luz penetra en zonas situadas entre cientos de metros y cinco kilómetros o más por debajo de la superficie.
"No hay ningún lugar donde esconderse en el profundo océano abierto. La única opción del animal es confundirse con el fondo", escribe la zoóloga Karen Osborn, del Museo Nacional de Historia Natural de Washington, en la revista Ocean.
Osborn es coautor de un notable estudio sobre los depredadores que viven en las grandes profundidades del océano, que los investigadores publicaron en la revista Current Biology. Describe dieciséis especies de peces depredadores ultrarrápidos. Cada uno está equipado con una piel que le permite ser una criatura casi invisible.
Más negro que el negro
El exterior "más negro que el negro" de estas criaturas absorbe el 99,95 % de todos los fotones, creando un manto oscuro contra el fondo oscuro del océano.
Incluso después de salir a la superficie, estos peces aparecen como meras siluetas oscuras. "No importaba cómo se colocara la cámara o la iluminación: simplemente absorbían toda la luz", dijo Osborn sobre su primer intento de fotografiar a los depredadores de las profundidades marinas.
La piel negra del pez es comparable al vantablack, una sustancia hecha de nanotubos de carbono que absorbe hasta el 99,965 % del espectro visible. Cuando la luz incide, no se refleja, sino que queda atrapada y desviada entre los tubos.
Cuando los científicos analizaron la estructura de la increíble piel de los peces, descubrieron que las células pigmentarias ricas en melanina están empaquetadas con muy pocos espacios, si es que hay alguno.
El cebo que la naturaleza inventó
¿Y cómo ven los depredadores "de espalda negra" a sus presas? La luz bioluminiscente que emite lo delata. A grandes profundidades, la bioluminiscencia de los organismos vivos es prácticamente la única fuente de luz. Para los animales, ilumina la oscuridad del lugar.
Los citados depredadores, de los que el Idiacanthus antrostomus, más conocido como dragón negro, se considera el representante más inusual, también emiten luz bioluminiscente. Sin embargo, lo utilizan como cebo.
El dragón tiene un proceso bioluminiscente que cuelga de su mandíbula inferior y su cuerpo está cubierto de manchas bioluminiscentes. Los científicos suponen que se emplean para atraer a los peces pequeños que no sospechan que hay depredadores detrás de ellos. Suponen que se trata de un banco de animales pequeños, tratando de acercarse a ellos como posible alimento y convirtiéndose ellos mismos en presas.
Pero lo que es especialmente singular es la piel de los depredadores de las profundidades marinas. "Creemos que la tecnología de la piel de estos peces podría usarse para producir materiales para la óptica de alta tecnología o el camuflaje para las operaciones nocturnas del ejército", dice el estudio.
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