La rafaga de radio rápida se comporta como un corazón que late y puede provenir de una impetuosa estrella de neutrones lejana.
Las ráfagas de radio rápidas (enormes erupciones en el espacio que liberan una enorme cantidad de energía en poco tiempo) siguen intrigando a los astrónomos. Y eso no es sorprendente. Cada vez se descubren especímenes notables. Este es el caso ahora. Los astrónomos han dado con una señal de radio excepcionalmente duradera y extraña que parece parpadear con sorprendente regularidad.
¿Qué son las ráfagas de radio rápidos?
Las ráfagas de radio rápida (también conocidos como Fast Radio Burst o FRB, por sus siglas en inglés) son pulsos de radiación de radio impredecibles pero muy potentes. En concreto, suelen ser estallidos que liberan más energía en un milisegundo que la que genera nuestro sol en 80 años. La primera ráfaga de radio rápido se descubrió en 2007. Desde entonces, se han encontrado muchos más ráfagas de radio rápidas en todo el universo. La mayoría de ellos se encuentran a grandes distancias de la Tierra, en galaxias a miles de millones de años luz. Solo unos pocos han sido observados más de cerca.
La señal recién descubierta, que ha sido bautizada como FRB 20191221A, es una rareza. Normalmente, las ráfagas de radio rápidas duran unos pocos milisegundos. Pero el FRB 20191221A dura nada menos que tres segundos; es decir, unas 1000 veces más que la ráfaga de radio rápida medio.
Corazón palpitante
Dentro de esta ventana, el equipo descubrió ráfagas que se suceden después de 0,2 segundos en un patrón periódico distinto, similar al de un corazón que late. "Esto es inusual", dice el investigador Daniele Michilli. "No solo la señal duró mucho tiempo (unos tres segundos) sino que notamos picos periódicos que eran notablemente precisos". Todo esto convierte a FRB 20191221A en la ráfaga de radio rápida de mayor duración y con el patrón periódico más claro detectado hasta ahora.
La fuente de la señal
¿De dónde viene esta señal? La extraña ráfaga de radio parece originarse en una galaxia lejana, a varios miles de millones de años luz de la Tierra. La fuente exacta sigue siendo un misterio, aunque los astrónomos sospechan que la señal procede de un púlsar o un magnetar, dos tipos diferentes de estrellas de neutrones (núcleos colapsados de estrellas masivas, extremadamente densos y de rápida rotación). "No hay muchos objetos en el universo que emitan señales periódicamente", dice Michilli. "Ejemplos de nuestra propia galaxia son los púlsares y los magnetares. Estos giran y producen haces de radiación similar a la luz emitida por un faro. Por lo tanto, pensamos que la señal recién descubierta podría provenir de un magnetar o un púlsar potente".
Comparación
Al analizar el patrón de las ráfagas de FRB 20191221A, los investigadores encontraron sorprendentes similitudes con las emisiones de púlsares y magnetares de nuestra propia galaxia. Pero también encontraron diferencias. La mayor diferencia es que FRB 20191221A parece ser más de un millón de veces más brillante. "Por las propiedades de esta nueva señal, podemos deducir que hay una nube de plasma alrededor de la fuente que es extremadamente turbulenta", concluye Michilli.
Más ráfagas
Los investigadores esperan detectar más ráfagas periódicas procedentes de la misma fuente, que podrán utilizarse como reloj astrofísico. La frecuencia de las ráfagas podría emplearse, por ejemplo, para medir la velocidad de expansión del universo. Pero no solo eso. De hecho, si se captan más estallidos, también podría ayudarnos a aprender más sobre la todavía enigmática fuente y su carácter, además de ampliar nuestra comprensión de las estrellas de neutrones en general.
"Esta detección plantea la cuestión de cuál es la causa de esta extraña señal; una señal que nunca antes habíamos visto", dice Michilli. "También plantea la cuestión de cómo podemos usar esta señal para estudiar el universo". Puede que ni siquiera tengamos que esperar tanto tiempo para las respuestas. Porque los futuros telescopios prometen detectar miles de ráfagas de radio rápidas cada mes. Es muy probable que los astrónomos encuentren también muchas más señales periódicas similares, lo que podría desvelar muchos misterios existentes.
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