Seguro que ya lo has vivido: has disfrutado de una semana de viaje con amigos, mientras un amigo que te acompañaba solo se quejaba después del calor o de la comida. Esta diferencia de percepción puede estar determinada por una sola sustancia de la que resulta tener un poco más.
Científicos del Instituto Salk de San Diego han descubierto una sustancia en el cerebro que es directamente responsable de la sensación buena o mala asociada a un recuerdo. Este descubrimiento, publicado en Nature, ofrece posibilidades de nuevos métodos de tratamiento en psiquiatría, especialmente para personas con depresión, trastornos de ansiedad o trastorno de estrés postraumático (TEPT), pero posiblemente también para ludópatas y drogadictos.
Una experiencia instructiva
"Ahora comprendemos mucho mejor cómo se carga emocionalmente un recuerdo a nivel biológico. Un neurotransmisor colorea la información cuando se almacena en el cerebro", dice la profesora Kay Tye, del Laboratorio de Neurobiología de Salk. "Este proceso determina cómo vemos y reaccionamos ante el mundo y las personas que nos rodean. Es extraordinario que una molécula específica subyazca a esto".
Los seres humanos y los animales aprenden durante su vida por lo que experimentan y por el almacenamiento de estas experiencias en el cerebro como recuerdos. Esto les permite tomar mejores decisiones más adelante. Por ejemplo, ¿es el momento de huir, de evitar la situación o estás buscando algo, te atrae? Para poder hacer estas consideraciones, el cerebro asocia un sentimiento positivo o negativo a una experiencia. También se denomina "valencia" de un estímulo, es decir, el grado en que una emoción se juzga como negativa o positiva. El cerebro realiza constantemente tareas de "valencia".
Sabor dulce o amargo
Tye descubrió ya en 2016 que hay un grupo de neuronas en la amígdala basolateral (BLA) del cerebro de los ratones que asigna valencia a los estímulos. "En nuestro estudio, hemos aprendido más sobre cómo las neuronas de la amígdala almacenan la información. Los animales aprendieron a asociar un determinado sonido con un sabor dulce (recompensa) y a asociar otro sonido con lo amargo (castigo)", explica el investigador Hao Li, del Instituto Salk de Estudios Biológicos. "Distinguimos dos vías diferentes, una para la valencia positiva y otra para la valencia negativa. Pero, ¿qué mecanismo acciona continuamente los interruptores?", se pregunta Li.
Su respuesta: "El neurotransmisor neurotensina parece desempeñar un papel importante en estos procesos. Estudiamos las concentraciones de neurotensina en la amígdala y vimos que los recuerdos positivos estaban vinculados a grandes cantidades de esta sustancia. Los niveles bajos de neurotensina se relacionaron con las emociones negativas.
CRISPR
La neurotensina se encuentra en el sistema nervioso central, especialmente en el hipotálamo, la amígdala y el núcleo accumbens. El neurotransmisor está compuesto por trece aminoácidos. Sin embargo, hay varios neurotransmisores que inician y regulan diversos procesos en el cerebro. Para saber más sobre el papel de la neurotensina en concreto, se extrajo artificialmente la sustancia del cerebro del ratón. "Utilizando CRISPR, una técnica de corte y pegado genético, conseguimos manipular el comportamiento de los ratones", afirma. Más neurotensina en la amígdala se sentía como una recompensa, menos neurotensina conducía a recuerdos de castigo", dice Li.
Sus investigaciones demuestran que, sin neurotensina, la valencia positiva no puede desarrollarse en el cerebro. Además, los ratones mejoraron aún más la asignación de valencia negativa a los estímulos. Por lo tanto, el estado básico del cerebro parece estar en la posición "negativa". Según los científicos, esto es lógico desde una perspectiva evolutiva, porque permite evitar situaciones potencialmente peligrosas.
Fuera de los anchos de banda
Li: "El estado de ánimo de una persona media puede fluctuar mucho durante el día. Si el nivel sobrepasa regularmente los anchos de banda normales, podemos hablar de un trastorno mental. En general, un exceso de estímulos procesados positivamente en el cerebro puede conducir a un comportamiento adictivo, como la ludopatía o la drogadicción. La falta de procesamiento de estímulos positivos acaba provocando depresión y ansiedad".
El científico lo explica: "Descubrimos que el estado emocional de los animales de prueba depende de la cantidad de neurotensina en la amígdala. Esto tiene implicaciones muy interesantes. Si conseguimos ajustar la producción o el suministro del neurotransmisor en partes del cerebro, podríamos curar potencialmente a los pacientes de ambos extremos del espectro."
La hormona de la felicidad
Los investigadores no esperaban que la neurotensina tuviera tal impacto. "El poder de la sustancia señalizadora neurotensina nos sorprendió enormemente. La "hormona de la felicidad", la dopamina, siempre ha sido conocida como la molécula que asegura la experiencia del placer y la recompensa. Pero los estudios sobre el funcionamiento de la dopamina han revelado cada vez más excepciones. Nuestra investigación demuestra que el neurotransmisor neurotensina puede ser la verdadera "hormona de la felicidad". Parece muy probable que esta sustancia grabe los recuerdos positivos en el cerebro".
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