El sonido tiene un efecto analgésico en los ratones, siempre y cuando sea más fuerte que el ruido ambiental. Así lo ha demostrado una nueva investigación, que también arroja más luz sobre cómo funciona esta forma de alivio del dolor en el cerebro.
Desde hace décadas se sabe que la música, o más ampliamente: el sonido, puede aliviar el dolor. Pero cómo exactamente es un misterio. Un equipo de científicos chinos y estadounidenses levanta ahora una esquina del velo en experimentos con ratones.
En estos animales, parece haber poca diferencia entre la música clásica, la música "al son" o el ruido. Sin embargo, lo que tienen que oír los ratones debe ser ligeramente más alto que el sonido ambiental.
Además, los investigadores han demostrado por primera vez que existe una conexión entre la zona del cerebro donde se procesa el sonido y la zona que transmite todo tipo de información de los nervios, incluido el dolor.
Música clásica procesada
Para comprobar si el tipo de sonido marcaba la diferencia en los ratones, los investigadores permitieron a sus animales de prueba escuchar música clásica, la misma música, pero modificada para que sonara desagradable, o "ruido blanco". Esto no parece suponer ninguna diferencia.
Lo que sí marcó la diferencia fue el volumen del sonido. Si era 5 decibelios más alto que el ruido ambiental, tenía un efecto analgésico en los ratones (que habían dado a los investigadores patas inflamadas). Si la diferencia con el ruido ambiental era, por ejemplo, de 10, 15 o 20 decibelios, los ratones no se beneficiaban del sonido.
Curiosamente, el efecto de alivio del dolor persistió durante unos días después de que los ratones fueran expuestos a un ruido 5 decibelios más alto que el ruido ambiental. Según los investigadores, esto demuestra que el sonido no se limitó a distraer o calmar a los ratones.
La región central del cerebro
La siguiente cuestión que abordaron los investigadores fue: ¿qué ocurre en el cerebro cuando los ratones escuchan un ruido que alivia el dolor? Utilizando virus no contagiosos que contienen proteínas luminiscentes, visualizaron una ruta desde el córtex auditivo, donde se procesan los sonidos, hasta el tálamo.
Esta última zona del cerebro es descrita por Bert Joosten, profesor de anestesiología experimental y tratamiento del dolor en la Universidad de Maastricht, como una especie de estación de tren donde confluye o pasa de alguna manera casi toda la información de la red nerviosa, incluidos los estímulos del dolor".
Que los investigadores hayan demostrado una conexión entre el córtex auditivo y el tálamo es, según Joosten, "un hallazgo interesante e importante, que nos ayuda a comprender cómo el sonido puede influir en los estímulos del dolor".
Nuevos tratamientos del dolor
Por supuesto, los ratones no son personas. "Los ratones tienen una gama de sonidos muy diferente a la de los humanos", dice Joosten. "Por ejemplo, pueden oír sonidos agudos que nosotros no podemos". También es fácil imaginar que reaccionamos de forma diferente a la música que hemos aprendido a apreciar durante nuestra vida que los animales.
Los propios investigadores señalan que los mecanismos cerebrales por los que la música puede aliviar el dolor en los humanos son "sin duda más complejos que en los ratones". Por ejemplo, en los humanos hay muchas otras áreas cerebrales implicadas en el procesamiento del dolor que se sabe que responden a la música.
En consecuencia, las conclusiones de esta investigación no pueden aplicarse a los humanos sin más. No obstante, los científicos esperan que su investigación pueda contribuir al desarrollo de nuevos tratamientos para el dolor.
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