Ya sean cereales, hortalizas o caucho: es probable que el comercio mundial de productos agrícolas siga creciendo en las próximas décadas. Sin embargo, un estudio reciente demuestra que el comercio de exportación ya está directamente relacionado con la disminución de la biodiversidad. Otro problema es que el impacto ecológico lo sufren principalmente los países productores, mientras que los consumidores se ven menos afectados.
Según las previsiones actuales, la demanda de alimentos y otros productos agrícolas aumentará entre un 35 % y un 50 % en 2050 con respecto a 2010. Esto se debe, por un lado, al crecimiento previsto de la población mundial, pero también a cambios estructurales como la urbanización, el aumento de la renta per cápita y los cambios asociados en la composición de la dieta.
"La creciente demanda de alimentos y otros productos agrícolas ejercerá una presión adicional sobre los ecosistemas de todo el mundo. Las Naciones Unidas prevén un aumento de la superficie agrícola en esta zona de 100 millones de hectáreas para 2050", explica Florian Schwarzmüller, del Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima de Senckenberg, en Fráncfort. "El impacto de esta expansión agrícola en la biodiversidad es enorme: ya hoy, más del 60 % de las especies actualmente clasificadas como amenazadas o potencialmente amenazadas en la Lista Roja están directamente afectadas por las actividades agrícolas".
223 países, 119 productos
Junto con su colega Thomas Kastner, Schwarzmüller ha investigado ahora la magnitud del impacto concreto del comercio mundial de productos agrícolas sobre la biodiversidad. Para ello, utilizaron los datos comerciales mundiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y pudieron así crear perfiles comerciales nacionales para un total de 223 países, 119 bienes producidos y durante un periodo de 15 años.
"El análisis de los datos muestra que las tierras agrícolas se expanden constantemente, especialmente en los países tropicales y subtropicales, a expensas de las zonas con alta biodiversidad", resume Schwarzmüller. "Estos países exportan la mercancía a todo el mundo, incluso a regiones que apenas sufren pérdidas locales de hábitats naturales, como Europa Occidental, Norteamérica y Oriente Medio. Sin embargo, a través de este vínculo, los países importadores siguen contribuyendo a la pérdida continua de hábitats naturales tan importantes para la biodiversidad, lejos de sus propias fronteras".
Relación directa entre las exportaciones y la pérdida de especies
Los científicos también pudieron demostrar en su estudio que productos como el café, el aceite de palma, el caucho y la soja, en particular, tienen una cuota de exportación muy elevada, por un lado, y son enormemente perjudiciales para la biodiversidad local, por otro. Según los investigadores, esto también se debe a que estos productos se cultivan en países con hábitats originalmente muy ricos en especies, como los bosques tropicales. Por ejemplo, Paraguay exporta el 98 % de la soja que cultiva, Malasia el 73 % del aceite de palma que produce y Costa de Marfil el 99 % del cacao que planta.
Schwarzmüller y Kastner también demostraron que existe una relación directa entre el aumento del cultivo para la exportación, la ampliación de la superficie agrícola necesaria y la pérdida de hábitats. Por ejemplo, la superficie cultivada utilizada únicamente para productos de exportación aumentó del 17 % en 2000 al 23,5 % de la superficie agrícola utilizada en todo el mundo en 2013. Además, los científicos también descubrieron que Estados Unidos, la UE y Japón, por ejemplo, generan el 44 % de sus respectivas huellas ecológicas a través de las importaciones de otros países, y que las regiones de Europa Occidental y América del Norte son responsables conjuntamente del 48 % de la disminución de la biodiversidad de las aves.
Desequilibrio entre enfermos y consumidores
"Esta evolución, junto con el aumento de la demanda interna, conduce a una serie de acontecimientos problemáticos, como la reducción del hábitat de las especies animales y vegetales", afirma Schwarzmüller. "También refuerza el desequilibrio entre los países que sufren problemas medioambientales y los que se benefician de los productos de exportación como consumidores". Según el investigador, los resultados del estudio podrían ayudar a corregir este desequilibrio. "Nuestros análisis pueden emplearse para desarrollar nuevos indicadores de biodiversidad a nivel nacional que consideren explícitamente los impactos del comercio internacional. Estas medidas pueden apoyar los acuerdos transfronterizos de protección de la biodiversidad", explica Schwarzmüller.
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