La criogenia (congelar un cadáver para devolverlo a la vida más tarde) sigue siendo un elemento básico de las series de Netflix, pero los científicos han dado un primer paso hacia la congelación segura y el almacenamiento a largo plazo de los órganos de los donantes. Gracias a una combinación de diferentes agentes "anticongelantes".
El equipo australiano de la Universidad RMIT de Melbourne espera allanar el camino para el almacenamiento seguro de órganos humanos, como hígados, pulmones y corazones. Según el investigador principal, el Dr. Saffron Bryant, alrededor del 60 % de los corazones y pulmones donados no se pueden utilizar en la práctica por falta de tiempo y problemas logísticos.
La congelación de tejidos vivos a temperaturas muy bajas para poder almacenarlos durante años se denomina criopreservación. Almacenar las células de esta manera tiene grandes ventajas y hace posible muchos más trasplantes. La técnica ya se emplea para almacenar suero sanguíneo y esperma y óvulos.
La presión del tiempo
Desde el punto de vista logístico, es una gran ventaja que los órganos estén listos en el congelador. Actualmente, sigue habiendo una enorme presión de tiempo cuando los órganos están disponibles de repente. Por desgracia, todavía no es posible congelar órganos sin dañar el tejido. "Hay una gran escasez de órganos. Cuando un órgano está disponible, tiene que ser transferido del donante al paciente en cuestión de horas", dice Bryant. Es una vergüenza que más de la mitad de los órganos no puedan utilizarse. La criopreservación puede suponer una gran diferencia. "La congelación de tejidos biológicos se lleva haciendo desde hace 50 años con los mismos dos agentes protectores, pero no funcionan para los órganos y muchos otros tipos de células", explica. Los agentes pueden compararse con el anticongelante para el coche.
"Los cristales de hielo destruyen las células desde el interior. Los fluidos protectores evitan el daño por deshidratación y la formación de cristales en la célula. El contenido de la célula se convierte en una sustancia dura y vidriosa, que vuelve a su forma original tras el calentamiento". El equipo de investigación descubrió que una combinación de las sustancias prolina y glicerol era la que mejor funcionaba en cuatro tipos de células diferentes, entre ellas las de la piel y el tejido cerebral. Las células se trataron con el agente de congelación a 37 grados Celsius y se pusieron en el congelador.
Cóctel de anticongelante
"Este cóctel protector es más eficaz y menos tóxico que los agentes individuales", dice Bryant. "Se ha investigado poco sobre este tipo de anticongelante en el tejido de los mamíferos. Es de esperar que los resultados de este estudio conduzcan al desarrollo de otros miles de fluidos protectores que puedan utilizarse para congelar tipos de células específicas."
El tratamiento, dice, es un paso crucial para almacenar órganos y tejidos en el futuro. "Tratar el tejido con el fármaco durante unas horas a temperatura corporal es suficiente para que penetre profundamente en el tejido celular. Pero aún nos queda mucho camino por recorrer".
"Nuestra investigación solo ha analizado las reacciones de las células individuales al líquido. Tratar y congelar un órgano es mucho más complicado. Pero si es posible almacenar órganos durante años, es posible que en el futuro no haya listas de espera. Eso sería genial".
El equipo del RMIT sigue investigando la criopreservación. "Estamos trabajando con los bancos de sangre para estudiar la congelación de productos sanguíneos, como las plaquetas. Esto podría ser vital para tratar a los pacientes que han perdido mucha sangre", dice Bryant. "Con la tecnología actual, es posible almacenar las plaquetas hasta una semana. Si se consigue congelar esta sustancia endógena, podrá seguir utilizándose años después".
Sin comentarios