Temperaturas más altas, aumento del nivel del mar y condiciones meteorológicas más extremas: la crisis climática está golpeando con fuerza. Y de una forma que no te esperas.
Un equipo de investigación de la Universidad de Cambridge analizó 41 estudios que examinaron diferentes tipos de clima extremo, como tormentas, inundaciones, sequías, olas de calor e incendios forestales. Compararon estos datos con los casos denunciados de violencia, como agresiones y acoso sexual, violencia física, asesinatos, matrimonios infantiles forzados y abusos psicológicos.
Más violencia natural
Entre 2000 y 2019, alrededor de 4000 millones de personas se han visto afectadas por inundaciones, sequías y tormentas. Estas catástrofes se han cobrado la vida de más de 300 000 personas. En los últimos veinte años, el número de inundaciones ha aumentado un 134 %. Los periodos de sequía (+29 %) y las tormentas (+40 %) también son cada vez más frecuentes. Se espera que estas cifras aumenten aún más en el futuro debido al cambio climático.
Más violencia
Los investigadores encontraron pruebas de que la violencia empeora en el periodo durante y después de un evento climático extremo. Esto se debe al impacto negativo en la economía, la inestabilidad social, la inseguridad alimentaria y el estrés mental provocados por el desastre natural.
La presión sobre el sistema sanitario, la policía y el poder judicial también puede privar a las víctimas de la violencia de asistencia y protección. Esto puede conducir a un aumento de los daños físicos, embarazos no deseados, infecciones por VIH u otras enfermedades de transmisión sexual, problemas psicológicos y consecuencias negativas para los hijos de las víctimas de la violencia. Los autores suelen ser parejas o familiares de la víctima, pero también se menciona a cooperantes, funcionarios del gobierno o líderes religiosos.
Panorama sombrío del futuro
El estudio dibuja un panorama sombrío para el futuro, ya que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes en todo el mundo debido al cambio climático. "Los fenómenos meteorológicos extremos no causan por sí mismos la violencia, pero sí contribuyen a que se produzca o crean un entorno en el que este tipo de comportamiento puede prosperar", afirma la investigadora de Cambridge Kim van Daalen. "En la raíz de este comportamiento están las estructuras sociales y patriarcales profundamente arraigadas que permiten y normalizan esa violencia. Las niñas, las mujeres y las minorías sexuales son especialmente vulnerables a los efectos adversos de las condiciones meteorológicas extremas".
La experiencia de la violencia puede exacerbar la vulnerabilidad. Por ejemplo, cuando las víctimas de un campamento de acogida tras una catástrofe se enfrentan a la amenaza de violencia o acoso sexual, algunas se retraen y se aíslan, otras deciden volver a casa, incluso antes de que sea seguro. Muchas guardan silencio sobre los abusos o son silenciadas, sobre todo en los países en los que es muy importante proteger el honor y la capacidad matrimonial de la hija y la familia.
Huracán Katrina e inundaciones en Bangladesh
La violencia contra las mujeres y las niñas aumentó en Nueva Orleans después de que el huracán Katrina dejara una ola de destrucción en 2005. En particular, la violencia doméstica y sexual entre los desplazados aumentó considerablemente en el año posterior a la catástrofe. Además, se culpó a la comunidad gay de Nueva Orleans del huracán Katrina. Se dijo que el desastre era un "castigo de Dios". Las parejas del mismo sexo no recibieron ninguna ayuda del gobierno, y las personas transgénero fueron amenazadas en los albergues o no se les permitió permanecer en ellos. Las personas LGBT fueron víctimas de la violencia en los refugios. Y las investigaciones realizadas en Bangladesh muestran una relación entre las inundaciones y los matrimonios infantiles. Los picos del matrimonio infantil coinciden con las inundaciones de 1998 y 2004. Como el desastre natural dejó a las familias en la indigencia, los padres temían no poder mantener a sus hijas solteras. Casar a las hijas menores de edad era una forma de reducir la carga económica de la familia.
Centrarse en la ayuda específica
Van Daalen afirma que es importante tener en cuenta a los grupos vulnerables a la hora de proporcionar ayuda y refugio tras una catástrofe natural. Por ejemplo, puede haber zonas en un campamento, incluidas las duchas y los aseos, que solo sean accesibles para las mujeres y las minorías de género. Además, el despliegue de equipos de respuesta a emergencias formados específicamente en la prevención de la violencia de es una buena opción.
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