La autonomía de un coche eléctrico suele subestimarse, mientras que la distancia de los viajes diarios se sobreestima.
El aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera es una de las principales causas del calentamiento global. Entre estos gases de efecto invernadero se encuentra el dióxido de carbono -el conocido CO₂, del que el sector del transporte es uno de los principales emisores. Por tanto, el cambio a los coches eléctricos podría ser una solución. Sin embargo, el número de vehículos eléctricos en la carretera no ha aumentado significativamente. Pero, ¿por qué no cambiamos en masa?
Sabías qué
¿Los vehículos de combustibles fósiles representan por sí solos casi el 18 % de las emisiones mundiales de CO₂?
Aunque la electrificación del parque automovilístico es una parte importante de la transición energética, todavía no se está produciendo con rapidez. En 2020, los coches eléctricos representaban únicamente el 1 % del parque mundial. Y eso incluye a los vehículos híbridos. Para cumplir los objetivos climáticos de 2030, este porcentaje debe ser de al menos el 12 %.
Barreras
Por lo tanto, una pregunta apremiante es qué es lo que realmente nos impide comprar un coche eléctrico. Porque aunque se han eliminado las barreras financieras y técnicas más importantes (precios de compra más bajos y una red más densa de estaciones de recarga, por ejemplo), todavía no hay prisa. En un nuevo estudio, los investigadores trataron de identificar los factores que obstaculizan la aceptación generalizada.
Estudio
El equipo de investigación entrevistó a más de 2000 automovilistas de diversos orígenes y edades de Alemania y Estados Unidos. "Hasta ahora, las iniciativas relacionadas con la transición energética se han centrado generalmente en los obstáculos tecnológicos y financieros para su realización", afirma el investigador Mario Herberz. "Se ha prestado poca atención a los factores psicológicos. Sin embargo, muchos estudios demuestran que las personas no adoptan automáticamente el comportamiento más beneficioso para ellas mismas o para la sociedad, a menudo por falta de información."
Entre las orejas
Los investigadores llegaron a un descubrimiento interesante. Pues parece que la verdadera razón de la falta de una carrera masiva de coches eléctricos está entre nuestras orejas. Los prejuicios cognitivos parecen impedir que muchos se pasen a un coche eléctrico. "Descubrimos que los participantes subestiman sistemáticamente la capacidad de las baterías de los coches eléctricos disponibles en el mercado actual", afirma Tobias Brosch.
Campo de maniobras
En otras palabras, los consumidores piensan que la actual autonomía de los coches eléctricos no es suficiente para cubrir sus desplazamientos diarios. En resumen, la autonomía de un coche eléctrico suele subestimarse, mientras que la distancia de los viajes diarios se sobreestima.
Injusto
Sin embargo, esto es completamente injustificado. El equipo de investigación descubrió que más del 90 % de los viajes en coche pueden cubrirse con un vehículo con una autonomía de 200 kilómetros. Y esa es una autonomía modesta entre los coches eléctricos disponibles actualmente. Por ejemplo, la autonomía de los coches grandes es de una media de 425 km, la de los coches de gama media de 310 km y la de los coches pequeños de 230 km.
Impacto mínimo
Aunque actualmente se está trabajando en formas de aumentar la autonomía de los coches eléctricos, los investigadores demuestran que no es ahí donde está el verdadero oro. "Solo tendría un impacto mínimo en el número de viajes adicionales que se harían con una carga eléctrica", dice Herberz. "Aumentar el tamaño de las baterías no es, por tanto, un elemento clave en la transición energética".
En consecuencia, para ganarse a la gente no es necesario densificar la red de estaciones de recarga ni aumentar el tamaño de las baterías. "Tenemos que ofrecer a la gente información a medida, adaptada a las necesidades concretas de los automovilistas", afirma Herberz. "Esto reducirá su ansiedad y aumentará su disposición a cambiar a un vehículo eléctrico".
Otra cuestión muy debatida estos días es si la introducción de los coches eléctricos reducirá realmente las emisiones de CO₂. Aunque la conducción eléctrica parece más "verde" por un lado, todavía se libera una gran cantidad de CO₂ durante el proceso de producción.
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