Una nueva investigación muestra (de forma bastante sorprendente) que se pueden encontrar bacterias incluso en el veneno de las serpientes. Y lo mismo ocurre con el veneno de las arañas.
A primera vista, el veneno de las serpientes y las arañas no parece un lugar muy hospitalario para los microorganismos. Ciertamente, no si se considera que el veneno es rico en sustancias antimicrobianas. No es de extrañar que los científicos lleven décadas asumiendo que el veneno de serpientes y arañas es estéril. Sin embargo, esta suposición ha sido desmentida, según escriben ahora los investigadores en la revista Microbiology Spectrum. En su estudio, demuestran que las bacterias pueden sobrevivir en el veneno y/o las glándulas venenosas de arañas y serpientes. Todo gracias a las mutaciones que garantizan que las bacterias no sean eliminadas por el veneno.
La investigación
Los investigadores examinaron el veneno de cinco serpientes: la víbora bufadora común, la cobra de cuello negro, el jergón, la serpiente de cascabel de Texas y la taipán. También investigaron el veneno de dos arañas: tarántula de árbol india y la Lasiodora parahybana (una tarántula negra de Brasil). "Descubrimos que todas las serpientes y arañas venenosas que analizamos tenían ADN bacteriano en su veneno", explica el investigador Sterghios Moschos.
Notable
El hecho de que las bacterias sean capaces de resistir el veneno de las arañas y las serpientes se debe a las mutaciones, según la investigación de Moschos y sus colegas. "Han mutado para poder resistir el veneno. Es sorprendente, porque el veneno es en realidad un cóctel de antibióticos (...) y uno pensaría que las bacterias no tendrían ninguna oportunidad". Pero este no es el caso. La bacteria ha conseguido adaptarse de tal manera que ha sobrevivido en dos ocasiones, ambas bajo serpientes y arañas.
Experimento
Los investigadores lo dedujeron no solo por la presencia de ADN bacteriano en el veneno, sino también por los experimentos. Trabajaron con la bacteria Enterococcus faecalis. Esta bacteria se encuentra de forma natural en los intestinos humanos, pero durante la investigación también se encontró en el veneno de la cobra de cuello negro. Los investigadores expusieron la E. faecalis encontrada en el veneno al veneno de la cobra de cuello negro e hicieron lo mismo con una E. faecalis "clásica" aislada en el hospital. "Las bacterias aisladas en el hospital no toleraban el veneno en absoluto, pero las bacterias que aislamos crecieron felizmente en las concentraciones más altas de veneno que pudimos hacer", dice Moschos.
Mutación
Pero, ¿cómo se vuelven las bacterias resistentes al veneno? Los investigadores tienen algunas ideas. "Las serpientes en cautividad suelen ser alimentadas semanalmente y pueden ayunar durante meses seguidos (y, por tanto, no liberan veneno durante meses) y las grandes arañas suelen ser alimentadas mensualmente. Los animales salvajes también pueden entrar en una especie de hibernación durante meses, durante la cual no liberan ninguna toxina", escriben en su estudio. En conjunto, estas condiciones dan a los microbios la oportunidad de colonizar el veneno. Probablemente, comienzan en un lugar donde la concentración de veneno es menor (por ejemplo, la boca) y gradualmente (mientras mutan) ascienden a lugares donde la concentración de veneno es mayor (por ejemplo, en las glándulas venenosas).
Explicación de los hallazgos misteriosos
La investigación explica muchas cosas. Al fin y al cabo, bacterias como Enterococcus faecalis se encuentran con notable frecuencia en las heridas causadas por mordeduras de serpientes venenosas. Como antes se suponía que el veneno era estéril, se pensó que las bacterias no vivían en el veneno, sino en la boca de la serpiente y que acababan allí a través de las heces de las presas devoradas. Esto parecía lógico, hasta que se descubrió recientemente que las serpientes no poseen en realidad un microbioma oral fijo y, además, que no existe ninguna conexión entre las bacterias que se encuentran en su boca y las que viven en los intestinos de sus presas. Además, los estudios demostraron que las serpientes venenosas tenían más bacterias en la boca que las no venenosas, lo que resulta extraño si se asume que el veneno mata todas las bacterias.
Futuros tratamientos
Con la nueva investigación (que demuestra así que el veneno de serpientes y arañas no es estéril) muchas piezas del rompecabezas encajan. Además, el estudio también puede tener implicaciones para el tratamiento de las mordeduras de serpiente. Por ejemplo, los investigadores señalan que muchas personas contraen una infección tras ser mordidas por una serpiente venenosa, a menudo causada por la mencionada E. faecalis. Hasta hace poco, se pensaba que la infección era el resultado de la herida abierta, pero la investigación sugiere que es la serpiente la que da origen a la bacteria, inmediatamente después de la administración del veneno. Por lo tanto, en el tratamiento de este tipo de heridas no solo hay que centrarse en combatir el daño tisular extremo y la necrosis, sino que también hay que tomar medidas lo antes posible para prevenir la infección de la herida, según los investigadores.
Por último, la investigación también puede ayudar en la lucha contra un problema completamente diferente: las bacterias multirresistentes. Cada vez hay más microbios (patógenos) que no pueden o apenas pueden tratarse con los antibióticos existentes y, en consecuencia, enfermedades que antes eran fáciles de tratar (como la gonorrea o la tuberculosis) amenazan con volver a ser intratables. Ya hay cientos de miles de personas que mueren cada año porque las bacterias que las enferman no responden a los antibióticos. Y se prevé que (si nada cambia- 10 millones de personas morirán cada año en 2050 porque los antibióticos ya no ofrecen ningún alivio. Para evitar este escenario catastrófico, se están buscando tratamientos alternativos para las infecciones bacterianas. Pero también es importante la investigación sobre cómo las bacterias se vuelven resistentes y cómo podemos detener esto. Y las bacterias resistentes a las toxinas que los científicos han identificado ahora podrían ser útiles en este caso, cree el investigador Steve Trim. "Al investigar los mecanismos que estas bacterias utilizan para sobrevivir, podemos encontrar nuevas formas de combatir la multirresistencia". Además, también podemos buscar soluciones en la propia toxina. Por ejemplo, los péptidos antimicrobianos de ese veneno (con algunas modificaciones) podrían utilizarse en el futuro para combatir bacterias que ya no se dejan impresionar por los antibióticos.
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