Probablemente lo conozcas de las películas de ciencia ficción: una nave espacial flota silenciosamente por el espacio, su tripulación duerme en tubos de congelación que les permiten sobrevivir al largo vuelo en estado de hibernación. Pero, ¿es realista ese viaje?
Llevar a los seres humanos a los confines del espacio es una visión incierta. Un estudio que analizó la hibernación apunta a esto.
Guardado en "hielo"
Si queremos viajar a las estrellas extraterrestres, tendremos que gestionar vuelos que duren cientos o miles de años. Pero tal odisea solo es concebible si descubrimos cómo inducir un estado conocido como hibernación en los seres humanos.
Sabemos mucho sobre la hibernación gracias a la naturaleza. Muchos mamíferos más pequeños pueden manejarlo, y los osos pueden ponerse en un estado similar.
Recientemente, los médicos han empezado a hipotermizar con éxito a pacientes gravemente heridos para ganar tiempo y salvarlos. ¿Estamos en el camino de la hibernación humana?
Un equipo de tres investigadores chilenos que investigó las posibilidades de hibernación en grandes mamíferos llegó a una conclusión pesimista. Según ellos, la hibernación humana sigue siendo una ficción.
El gasto energético es demaciado
Roberto Nespolo, Carlos Mejías y Francisco Bozinovic publicaron los resultados de su estudio en la revista científica Proceedings of the Royal Society, analizando la relación entre la masa corporal y el gasto energético de los animales que hibernan. En él, describen una tendencia preocupante que podría cerrar la posibilidad de la hibernación para los humanos.
La hibernación en los mamíferos más pequeños en la naturaleza no es como la conocemos por la literatura o las películas de ciencia ficción. Los autores del estudio señalan que las ardillas o los murciélagos que hibernan ralentizan su metabolismo hasta un 98 % durante la hibernación. Sin embargo, incluso en este estado, el animal puede perder más de una cuarta parte de su peso corporal al quemar sus reservas de combustible.
Para las misiones de larga duración a otras estrellas, incluso ese gasto energético es demasiado elevado. Si aplicamos las mismas matemáticas a un astronauta adulto en hibernación que viaja "congelado" al espacio profundo, se perderían diariamente varios cientos de kilojulios de grasa corporal almacenada. En un año, eso significaría una pérdida de peso de dos kilos.
Para un viaje alrededor del sistema solar, eso podría ser soportable. Pero para las misiones a planetas en sistemas alienígenas, habría que hibernar con varios cientos de kilos de grasa corporal, o ser despertado periódicamente para reponer los nutrientes.
Los osos se despiertan. ¿Y los astronautas?
Las necesidades energéticas de los mamíferos que hibernan son siempre más o menos similares. Un gramo de tejido requiere aproximadamente la misma energía en las ardillas y en los murciélagos, independientemente de que los murciélagos más pequeños, de 25 gramos, sean mucho más ligeros que la ardilla de 820 gramos. Así, los astronautas humanos hibernados tendrían que ser mórbidamente obesos para sobrevivir a un vuelo largo.
Además, la hibernación es preferible para los animales pequeños. Cuanto más grande es la criatura, menos paga la hibernación. Un astronauta de 70 libras utilizaría una cantidad de energía similar durante la hibernación que un astronauta del mismo peso que se limita a dormir profundamente todo el día.
"Durante su actividad, los animales pequeños tienen que gastar más energía para mantener una temperatura corporal estable porque su pequeño tamaño disipa el calor corporal más rápidamente. Esto es menos problemático para nosotros o para los osos porque la energía de nuestros cuerpos se mantiene más fácilmente dentro de ellos debido a nuestra menor superficie (en relación con nuestra masa)", explica Nespolo en la revista Newsweek.
Esta podría ser también una de las razones por las que solo hibernan los mamíferos pequeños, para los que la actividad es más intensiva en energía.
¿Pero qué pasa con los osos? En realidad no hibernan. Tenemos un término, torpor, para su hibernación tenue y prolongada (pero intermitente). Durante este tiempo, los osos conservan energía, pero pueden despertarse en cualquier momento y salir a buscar comida. Algo impensable para los astronautas que vuelan a Alfa Centauri, por ejemplo.
Sin embargo, el ecologista evolutivo Nespolo cree que, aprovechando los genes de los animales que hibernan, algún día podríamos inducir la hibernación en los humanos. El problema es que podría no valer mucho la pena.
Es posible que las vías de acceso a las estrellas lejanas aún no estén completamente cerradas. Pero es evidente que la misión final puede ser mucho más compleja de lo que admitimos hoy.
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