Se supone que ciertas dietas ayudan a prolongar la vida. Utilizando ratones, los investigadores han demostrado ahora que una dieta restringida en calorías, combinada con intervalos de ayuno diarios, está efectivamente asociada a una vida más larga, al menos en los roedores. En comparación con los congéneres que podían comer cuando y cuanto quisieran, los ratones cuya alimentación estaba restringida vivían una media de un 10 % más. Si solo se alimentaban por la noche, es decir, durante su tiempo de actividad natural, vivían incluso un 35 % más.
Muchas personas esperan que las dietas no solamente reduzcan su peso corporal, sino que también les ayuden a vivir más tiempo y con más salud. De hecho, hay pruebas científicas de que reducir la ingesta de calorías y comer solo a ciertas horas del día puede ser beneficioso para la salud. Los investigadores también sugieren que una dieta de este tipo podría prolongar la vida independientemente de una posible reducción de peso. Sin embargo, aún no está claro qué factores y mecanismos intervienen exactamente en ello.
Alimentación automatizada
Un equipo dirigido por Victoria Acosta Rodríguez, de la Universidad de Texas en Dallas, ha comprobado en ratones cómo afectan los distintos conceptos nutricionales a la duración de la vida. Para ello, dividieron a más de 200 ratones en seis grupos: a un grupo de control se le permitió comer cuando y cuanto quisieran. A todos los demás ratones se les dio entre un 30 y un 40 % menos de comida que al grupo de control, en diferentes momentos, que se mantuvieron constantes durante toda la vida de los ratones. Para controlar estrechamente la ingesta de alimentos, todos los ratones vivían en jaulas individuales y recibían sus raciones diarias a través de alimentadores automáticos.
Un grupo recibió toda su ración de comida, nueve gránulos de comida, al principio del día, otro al principio de la noche. Como los ratones comían inmediatamente y consumían todo en dos horas, estos animales tenían un periodo de ayuno diario de unas 22 horas. Otros dos grupos recibieron un pellet de comida cada 90 minutos durante doce horas, ya sea de día o de noche. El último grupo recibió los nueve pellets de comida distribuidos uniformemente durante 24 horas.
El momento de la ingesta de alimentos es importante
Los investigadores observaron a los ratones durante un total de cuatro años hasta que todos murieron por causas naturales. Además de la duración de la vida, también documentaron varios factores metabólicos, pesaron regularmente el peso corporal de los animales y registraron los tiempos en los que los ratones corrían en la rueda de correr, es decir, eran físicamente activos. "Todos los grupos mantuvieron su patrón de actividad natural durante toda su vida y fueron activos principalmente por la noche", informan los investigadores. "Sin embargo, los ratones alimentados durante el día mostraron comparativamente más actividad durante el día. En consecuencia, interrumpieron su fase de reposo, aunque siguieron mostrando un comportamiento realmente nocturno. De ello se esperarían consecuencias metabólicas negativas".
Sin embargo, los ratones alimentados durante el día vivieron de media más tiempo que sus homólogos del grupo de control, que podían comer a voluntad y consumían el 75 % de su comida por la noche. "Los ratones del grupo de control vivieron una media de 792 días, algo más de dos años", dijeron los investigadores. "En los ratones con la dieta restringida en calorías, la vida se prolongó entre un 10 y un 35 %, dependiendo del momento de la alimentación". Los ratones del grupo de 24 horas vivieron una media de 875 días, mientras que los alimentados doce o dos horas durante el día vivieron una media de 942 y 959 días, respectivamente. "Además de la reducción de calorías, un periodo de ayuno diario de al menos doce horas tiene, por tanto, sus propios efectos positivos sobre la longevidad", concluyen los investigadores.
Influencia en la regulación de los genes
Los ratones que recibieron la dieta reducida en calorías por la noche fueron los que más vivieron. Vivían una media de 1058 o 1068 días, dependiendo de si recibían la comida repartida en doce horas o de una sola vez. No hubo diferencias significativas entre las dos opciones de alimentación. "Doce horas de ayuno parecen, pues, suficientes para prolongar la vida de los ratones", concluyen los investigadores. Además, sus resultados muestran que, al menos en los ratones, era beneficioso para su salud, que la ingesta de alimentos tuviera lugar durante el periodo de actividad natural.
Pero, ¿por qué el momento de la ingesta de alimentos influye en la duración de la vida? El peso y el porcentaje de grasa corporal de los ratones de todos los grupos con ingesta calórica reducida eran similares, por lo que no pueden ser por sí solos el factor decisivo. Sin embargo, basándose en los análisis de la expresión génica, los investigadores encontraron un factor de influencia adicional: aparentemente, la dieta influye en los genes implicados en el ritmo día-noche de los ratones. Mientras que los procesos inflamatorios aumentaban en los ratones con una dieta repartida a lo largo del día a medida que envejecían, los periodos de ayuno diarios compensaban parcialmente estos cambios genéticos relacionados con la edad, y lo hacían con mayor eficacia cuando el ayuno tenía lugar durante los periodos de descanso naturales. Aplicado a los humanos, esto significaría que la comida se consume mejor durante el día. Sin embargo, todavía no está claro hasta qué punto se pueden demostrar efectos similares en los seres humanos.
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