La colección incluye más de 200 especies de macrohongos, muchas de las cuales son nuevas para la ciencia.
Las islas del Pacífico Sur son un verdadero foco de biodiversidad. Pero sus picos escarpados, sus climas cálidos y húmedos y sus lugares muy remotos dificultan a los científicos la documentación de las numerosas y sorprendentes formas de vida de la región. Sin embargo, en un nuevo estudio, los investigadores se ponen las botas altas. Todos los días, se paraban en el barro (o incluso se colgaban de cuerdas) mientras cazaban hongos en la isla polinesia de Moorea. Y, afortunadamente, todo ese trabajo no fue en vano.
Moorea
Moorea es una isla de la Polinesia Francesa perteneciente a las Islas de la Sociedad en el Océano Pacífico. Se encuentra a 17 kilómetros al oeste de Tahití. "Nos interesaba mucho la biodiversidad de la isla", dice el investigador principal, Todd Osmundson. "Moorea es una isla en medio del océano. Además, es una isla volcánica geológicamente joven. Así que nunca ha tocado otro terreno. Entonces surge la pregunta: ¿cómo llegaron los hongos y de dónde vinieron?".
Más sobre los hongos
Hay una razón por la que los investigadores están tan interesados en los hongos. No habría vida en la Tierra sin hongos. Las levaduras, los mohos y los hongos, por ejemplo, desempeñan un papel crucial en la descomposición y la recuperación de los bosques. Los árboles no podrían vivir en la tierra sin los hongos. También son importantes para la digestión de los mamíferos, el ciclo global de los nutrientes y los antibióticos. ¿Y qué pasa con el pan, la cerveza y el chocolate que comes? Además, los hongos desempeñan un papel fundamental en nuestra lucha contra el cambio climático. Los hongos ayudan a regular el dióxido de carbono atmosférico y, capturan carbono en el suelo. Esto ocurre, por ejemplo, en los bosques boreales, donde fijan grandes cantidades de carbono en su simbiosis radicular con las plantas. Y como laboriosos "descomponedores", pueden ayudar a limpiar los suelos contaminados. Además, los hongos pueden constituir una gran alternativa alimentaria a los alimentos de origen animal (que son uno de los motores de la deforestación y el cambio climático), ya que la mayoría de los bosques tropicales del mundo están siendo talados para la ganadería y la soja.
Para recoger los especímenes, el equipo de investigación pasó meses en Moorea. Cada día, antes del amanecer, buscaban hongos en todos los rincones del ecosistema; en el suelo, en las raíces, en las hojas y en las plantas, e incluso en el aire. Luego llevaron sus muestras al laboratorio, para documentar y cultivar los ejemplares que habían encontrado. También se fotografió y secó cada hongo para guardarlo en el Herbario de la Universidad y compararlo con las especies conocidas.
Hongos únicos
El estudio proporciona la primera descripción detallada de una impresionante variedad de hongos encontrados en la isla polinesia de Moorea. Y parece que la isla alberga muchos hongos únicos. La colección reunida incluye más de 200 especies de "macrohongos" (es decir, hongos que tienen setas visibles), muchas de las cuales son nuevas para la ciencia.
Pleurotus sp., un pariente del hongo ostra, recogido en madera en descomposición. Imagen: Todd Osmundson.
"Es un verdadero tesoro", afirma el investigador Matteo Garbelotto. "Es un territorio aún inexplorado en la biología evolutiva y la biodiversidad del reino fúngico. Además, se trata de uno de los primeros intentos de recopilar información básica sobre la diversidad fúngica; no solo en Moorea, sino en toda Oceanía".
En el viento
Al comparar las secuencias de ADN de estos hongos con las de otras especies, el equipo también pudo averiguar cómo acabaron los hongos en la remota isla. Esto condujo a un notable descubrimiento. Porque la mayoría de las especies han llegado literalmente a las manos. Los hallazgos sugieren que la mayoría de las especies (o sus ancestros) fueron arrastradas por un viento del este. Pueden haber venido de Australia o de otras islas del Pacífico. Un pequeño número parece haber sido traído a Moorea por personas procedentes de zonas lejanas, como Asia oriental, Europa y Sudamérica.
Los datos recogidos en el estudio son valiosos a varios niveles. Por un lado, permite conocer la biodiversidad de los hongos de Moorea y, por otro, revela cómo las distintas especies viajaron por el mundo y llegaron a zonas remotas. Y esa información puede ser muy útil, ya que los científicos siguen tratando de averiguar cómo afecta el comercio internacional a las especies vegetales y animales.
¿Sabías qué?
Los hongos siguen siendo organismos infravalorados que a menudo se pasan por alto, los científicos ya han pedido su protección.
Sin comentarios