Para evitar ser devorados por sus parejas después apareamiento, los machos de la especie de araña Philoponella prominens se alejan de ella a gran velocidad.
Tomar un descanso y quizás fumar un cigarrillo después de la acción no es una opción para muchas especies de arañas. Muchas arañas hembras tienden a clavar sus dientes en el macho con el que acaban de aparearse.
Pero los machos de la especie de araña Philoponella prominens (que pertenece a la misma familia que, por ejemplo, la araña de jardín) han encontrado una solución. Doblan sus dos patas delanteras por la mitad contra la hembra y, en cuanto termina el sexo, vuelven a desplegar las patas y salen disparados. El proceso es "comparable al funcionamiento de una catapulta", escriben el biólogo Shichang Zhang, de la Universidad de Hubei (China), y sus colegas en la revista científica Current Biology.
Hasta seis veces
Estos saltos de escape también son bastante espectaculares. Las arañas alcanzan velocidades de hasta 88 centímetros por segundo, observaron Zhang y su equipo. Durante su salto, también giran alrededor de su eje una media de 173 veces por segundo, con picos de hasta 469 veces por segundo.
¿Cómo lo determinaron los investigadores? "Filmamos los apareamientos con una cámara de alta velocidad que hace 1500 fotogramas por segundo", explica por correo electrónico Li Daiqin, miembro del equipo. Los científicos observaron cómo cambiaban las posiciones de tres puntos del cuerpo de la araña macho en cada fotograma. A partir de estos movimientos, calcularon la trayectoria de la araña al salir catapultada.
Dos arañas de la especie Philoponella prominens apareándose.
Los investigadores escriben que el macho está unido a una "línea de seguridad" de seda de araña. En esta línea, después de saltar, puede volver a subir a la telaraña de la hembra, para aparearse de nuevo con ella y catapultarla. Los investigadores descubrieron que el macho puede hacer esto hasta seis veces seguidas.
Catapulta rota
Como ocurre a veces en la investigación biológica, Zhang y su equipo también realizaron algunos experimentos bastante... crueles. Sostuvieron un cepillo contra la espalda de treinta machos, lo que impidió que se alejaran de un salto después del apareamiento. "Todos estos machos fueron capturados y matados por las hembras", señalaron los investigadores.
También eliminaron una o dos patas delanteras de sesenta machos, haciendo ineficaz su mecanismo de catapulta. Estas arañas mutiladas seguían cortejando a las hembras, pero no se apareaban con ellas. Los machos a los que se les ha quitado una o dos de las seis patas restantes sí se aparean con sus hembras. Y luego se catapultaron lejos.
De excelente calidad
Andrés Rivera Quiroz, doctor en investigación sobre arañas y que ahora trabaja en Naturalis, cree que el estudio es de una calidad excepcional. "Muchas especies de arañas son difíciles de estudiar porque solo muestran su comportamiento normal en condiciones muy específicas. Para este estudio, se estudiaron 155 apareamientos, ¡que son muchos! - y más del 97 % de ellas mostraban el mecanismo de catapulta".
Ese mecanismo lo califica Rivera Quiroz de "muy sorprendente". "En las arañas se observan todo tipo de fenómenos relacionados con la selección sexual: lucha entre machos, carrera armamentística entre machos y hembras, mutilación de genitales, canibalismo sexual... Pero nunca había oído hablar de un mecanismo de catapulta como este".
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