La anemia es una de las enfermedades de la sangre más comunes que afecta a los glóbulos rojos, provocando una disminución de su número por debajo de los niveles normales. Los glóbulos rojos difunden el oxígeno desde los pulmones a todas las partes del cuerpo. Por consiguiente, una disminución de su número indica un suministro insuficiente de oxígeno a algunos tejidos y órganos.
Los glóbulos rojos se producen en el bulbo raquídeo a través de una serie de complejos procesos, y luego son liberados a la circulación sanguínea. La "hemoglobina" representa la estructura funcional de los glóbulos rojos; es una proteína compleja que permite a los glóbulos rojos unirse al oxígeno y transportarlo a todas las partes del cuerpo.
Hay algunos factores que intervienen en la producción de glóbulos rojos. Entre ellos se encuentran el hierro, el principal constituyente de la hemoglobina, y la eritropoyetina, que es segregada por el riñón y promueve la producción de glóbulos rojos en el bulbo raquídeo. Mantener un número normal de glóbulos rojos requiere la cooperación entre los riñones y el bulbo raquídeo, además de una nutrición suficiente. Cabe mencionar que cualquier deficiencia de los elementos mencionados afecta negativamente al número y a la función de los glóbulos rojos.
La anemia puede clasificarse como una enfermedad crónica o grave. Por un lado, la anemia crónica suele producirse durante un largo periodo de tiempo, aumentando gradualmente; la anemia grave, en cambio, se produce rápidamente y sus síntomas son repentinos y más alarmantes. Por otra parte, la anemia puede clasificarse en varios tipos según las causas; los tipos más importantes son
- Desnutrición: Es una de las causas más comunes de anemia, ya que las cantidades de hierro, vitaminas como la B12 y ácido fólico no son suficientes.
- Hemorragias graves: Causadas por accidentes, quemaduras o problemas del aparato digestivo.
- Enfermedades crónicas relacionadas con la médula ósea: Como los cánceres, las enfermedades renales, los cánceres de la sangre y el linfoma.
- Quimioterapia y algunos otros medicamentos: Podrían afectar a la producción de células sanguíneas, causando anemia como efecto secundario.
- Razones menos comunes: Son los problemas de tiroides, las enfermedades del corazón, las enfermedades del sistema inmunitario, la malaria, las infecciones parasitarias, la intoxicación por plomo y la exposición a insecticidas.
Diagnóstico y síntomas
Los análisis de sangre pueden realizarse como parte de los chequeos generales regulares; también pueden hacerse cuando hay signos o síntomas de anemia. La anemia también puede detectarse a través de la exploración física, el historial médico del paciente, así como conociendo los antecedentes familiares de algunas enfermedades genéticas. Dado que la anemia se considera un síntoma de otras enfermedades, es esencial identificar la causa principal; algunas pruebas de laboratorio ayudan a los médicos a conocer estas causas.
Además, la evaluación física de los pacientes también pone de manifiesto los síntomas de la anemia. Como fatiga, dolor de cabeza, mareos, piel pálida y amarillenta, manos y pies fríos, disnea, dolor en el pecho, latidos irregulares del corazón, presión arterial alta o baja y, en algunos casos graves, hipoxemia, que puede provocar infartos.
Tratamiento
Todos los métodos de tratamiento tienen como objetivo aumentar los glóbulos rojos y, en consecuencia, aumentar la cantidad de oxígeno que transportan; el tratamiento difiere según la causa y el estado de la anemia. Por ejemplo, los casos de anemia derivados de la carencia de hierro, vitamina B12 o ácido fólico pueden tratarse con suplementos nutricionales. Por otro lado, es necesario inyectarse en algunos casos en los que la vitamina B12 no se absorbe correctamente a través de los intestinos. En los casos en los que los pacientes sufren problemas renales, el médico también puede prescribir inyecciones de eritropoyetina para aumentar la producción de glóbulos rojos en la médula. Además, la transfusión de sangre puede ser esencial en algunos casos graves en los que el recuento de glóbulos rojos es muy bajo; el caso también podría requerir un trasplante de médula ossium.
Necesidades nutricionales diarias
La vida media de los glóbulos rojos es de 100-120 días; por lo tanto, el cuerpo busca continuamente reproducirlos, ya que el desequilibrio en la producción y la muerte de los glóbulos rojos provoca anemia. El hierro, la vitamina B12 y el ácido fólico se encuentran entre los nutrientes más importantes necesarios para la producción de glóbulos rojos; las cantidades diarias necesarias de estos nutrientes varían según el sexo y la edad.
La carne roja, el pescado, el pollo, las lentejas, los cereales, las judías y las espinacas son las fuentes más importantes de hierro. El ácido fólico existe de forma natural en el cuerpo humano; a partir de los catorce años, el organismo requiere una dosis diaria de 400 mg, mientras que las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia necesitan una dosis diaria de 600 mg. Las frutas frescas, los cereales, la coliflor y las verduras como las espinacas son ricas en ácido fólico. Los adultos necesitan una dosis diaria de 2,4 mg de vitamina B12, mientras que las mujeres en periodo de lactancia requieren una dosis diaria de 2,8 mg; el hígado de ternera, los moluscos, la carne, el pescado, las aves y los huevos son ricos en vitamina B12. Si la dieta nutricional no es suficiente para aportar al organismo las cantidades necesarias de hierro y vitaminas, puede ser necesario recurrir a los suplementos dietéticos.
La anemia puede tratarse fácilmente; sin embargo, puede volverse peligrosa si se descuida. Es esencial consultar a un médico cuando aparezca alguno de los síntomas, especialmente si existen antecedentes médicos de anemia en la familia. También es importante seguir una dieta suficiente; en la mayoría de los casos, cambiar la dieta o consumir suplementos de hierro puede resolver el problema.
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