La fobia es un tipo de enfermedad mental y un trastorno de ansiedad que provoca un miedo y un sufrimiento extremos e irracional en los pacientes. Hace que los pacientes experimenten un miedo excesivo a una situación, un lugar, un ser vivo o un objeto que probablemente no cause ningún daño.
Las mujeres son más propensas a sufrir fobia que los hombres. Suele desarrollarse durante la infancia o la adolescencia; es poco probable que las fobias aparezcan después de la treintena. La mayoría de las fobias aparecen después de una situación estresante, un incidente intimidatorio o si un miembro de la familia también padece fobia. Los síntomas comunes de la fobia incluyen náuseas, sudoración excesiva, aumento del ritmo cardíaco (taquicardia), temblores, sequedad de boca, visión borrosa y mirada fija en la fuente del miedo.
La química del cerebro fóbico
Algunas zonas del cerebro almacenan sucesos peligrosos y potencialmente mortales y los recuerdan una y otra vez. Como resultado, cuando la persona se enfrenta a una situación similar, las células de estas áreas recuperan esos recuerdos estresantes, haciendo que el cuerpo produzca la misma reacción. Los síntomas de la fobia están relacionados con la amígdala en el cerebro; está situada justo detrás de la glándula pituitaria. Una vez que se recupera un recuerdo almacenado, la amígdala puede liberar las hormonas responsables de la respuesta de lucha o huida, dejando al cuerpo en un estado de alerta y estrés constantes.
Tipos de fobia
Hay muchos tipos de fobia registrados hasta ahora. Algunas son bastante extravagantes, como la papirofobia (miedo al papel), la venustrafobia (miedo a las mujeres bonitas), la coulrofobia (miedo a los payasos) y la octofobia (miedo al número 8). Hay muchas fobias injustificadas, pero reales, que requieren una intervención psiquiátrica.
Los científicos han enumerado múltiples clasificaciones para las fobias, la más común de las cuales clasifica las fobias en tres categorías principales. La primera categoría es la Fobia Social, en la que el paciente teme los acontecimientos sociales, ser juzgado por los demás o ser humillado delante de la gente. La segunda categoría es la Fobia Simple o Específica, en la que el paciente tiene un miedo específico, como la pirofobia, que es el miedo al fuego. La tercera categoría es la Agorafobia, en la que el paciente teme una situación de la que no puede escapar. La agorafobia no se refiere necesariamente a espacios abiertos; también puede referirse a lugares cerrados, como un ascensor o el transporte público.
En otra clasificación, existen cuatro subtipos de las tres categorías mencionadas anteriormente; estos son:
Zoofobia, o miedo a los animales, como arañas, reptiles, caballos, perros o bacterias.
Las fobias situacionales, como el miedo a volar, a hablar en público o a los espacios cerrados.
Biofobia, o miedo a la naturaleza, como los árboles, el agua, los rayos o cualquier otra característica de la naturaleza.
Miedo a los procedimientos médicos: Se trata del miedo dental, el miedo a las agujas y el miedo a la sangre.
La fobia es una enfermedad tratable. El hecho de que los pacientes fóbicos sean conscientes de su problema facilita su diagnóstico y tratamiento. Muchos pacientes fóbicos acuden a un psiquiatra que decide el método de tratamiento adecuado para su caso. El tratamiento de la fobia puede incluir medicamentos, sesiones de apoyo psicológico, terapia conductual o una combinación de todo ello. Por otro lado, algunos individuos deciden descuidar todo el problema y optan por evitar el origen de su fobia. Desde su punto de vista, no es necesario un psiquiatra mientras todo esté bajo control.
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